Bouzas recuperó ayer una estampa que no se vivía desde hace más de nueve meses, cuando en noviembre de 2015 el Concello decidió suspender los principales mercadillos de la ciudad por el enfrentamiento entre gitanos "morones" y "zamoranos". A primera hora de la mañana, en una explanada aún cubierta por la bruma y la niebla, los feriantes empezaron a montar cerca de medio centenar de puestos en las marcas asignadas por el Ayuntamiento. En total ayer se instalaron en el mercadillo 53 de los 80 puestos que tienen licencia municipal. Según informó el alcalde hace varios días el recinto tiene capacidad para 241 negocios.

A pesar de que la feria arrancó a "medio gas", con una oferta muy por debajo de su capacidad e incluso de lo esperado, los ambulantes ya se daban por contentos a media mañana con la afluencia de clientes. Confiaban en que hubiese más tras 10 meses de parón -reconocían varios autónomos-, pero el movimiento superó en cualquier caso al de un domingo al uso. El Concello señala que al filo del mediodía llegó a haber en el recinto un millar de personas, y aún esperaba que aumentase la cifra.

La ausencia de ambulantes coincide con lo que ya ocurrió a mediados de semana en el mercado de Coia, que también llevaba clausurado desde noviembre y que retomó su actividad con solo 30 de los 75 puestos autorizados. Además de esa baja oferta, la principal características de la feria de ayer en Bouzas fue la tranquilidad. A media tarde la Policía Local confirmaba que la jornada había transcurrido sin ningún incidente. En el recinto de Bouzas velaban por que así fuese agentes locales y nacionales, que controlaban tanto el entorno del mercadillo como los pasillos y el ambiente entre los puestos instalados frente al Liceo. En torno al mediodía un policía municipal aseguraba que solo habían realizado "identificaciones" entre algunos ambulantes sin puesto autorizado y que por la mañana recorrían en grupo el mercadillo.

Concentración de protesta

A escasos metros de los negocios media docena de comerciantes protagonizaban una concentración autorizada para protestar por no haber logrado plaza para los mercadillos en Bouzas y Coia. En los carteles que portaban lucían mensajes como "después de 10 meses esperando, nos quedamos fuera" o "no nos quites el puesto de trabajo". Según los datos que facilitó el Concello la semana pasada en Coia se aprobaron 75 de las 220 peticiones para instalar puesto, mientras que en Bouzas recibieron luz verde 80 de las 281 solicitudes. Entre las exigencias a los comerciantes destacan estar dado de alta en la Seguridad Social o, de ser el caso, en el censo del Impuesto de Actividades Económicas.

Los comerciantes con licencia valoran los cambios introducidos para regularizar el mercadillo, pero lanzan críticas también por las tasas o el espacio máximo que se les permite ocupar. "Antes teníamos 12 metros y ahora solo 6, así es imposible mostrar la mercancía", se quejaba María Teresa, una ambulante que se lamenta también de lo "estrechos" que son los pasillos. La misma objeción ponía Pedro Urbina, a escasos metros y desde su puesto de ropa: "El espacio es un poco reducido, los pasillos deberían ser un poco más anchos".

Urbina apunta también a los precios "demasiado elevados", una queja que comparte con otros autónomos que ayer trabajaban en Bouzas. Antonio Parada, un veterano en las ferias, se lamentaba de lo "caro" que resulta el pago municipal: "A ver si sale rentable, porque serían más de 1.000 euros al año". El Concello explica que la tasa que se cobra es de 2,05 euros por metro cuadrado y jornada. Desde su puesto de tejidos, Antonio Asensio anota que sumados todos los gastos, cada autónomo puede hacer frente a "50 o 60 euros por día", lo que -explica- complica su rentabilidad cuando se venda poco.

Sí se aplaude la regulación de los mercados. "Necesitábamos volver, y con organización", comenta Asensio. De opinión similar Daisy Serebriski, quien reconoce su deseo de montar su puesto, coincide en la importancia de que todo se regule: "Debería haberse hecho antes". No es la única con ganas de volver al mercadillo. Pachi, Bea y Amparo, tres amigas que ayer paseaban ante el Liceo de Bouzas, veían "el ambiente tranquilo", pero echaban en falta más puestos.