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Un tranvía histórico

En 1926 comenzó a funcionar la conexión entre Vigo y Baiona, un proyecto que se demoró durante muchos años y que supuso la expropiación de 1.085 parcelas

Arriba, imagen del tranvía entre Vigo y Baiona. A la izquierda, la estación de Canido en Coruxo. // FdV

Fue en 1926 cuando se puso en marcha la unión ferroviaria entre Vigo y Baiona, con la inclusión también de la desviación hasta Gondomar. Fue un largo proceso de construcción, una historia que arrancó en 1883 con la primera idea. Se realizaron otras muchas, hasta que finalmente se logró un objetivo largamente esperado. Las trabas burocráticas, las exigencias de las instituciones públicas, las pugnas internas en las empresas que presentaban las solicitudes e incluso los problemas planteados por los vecinos propietarios de las fincas fueron obstáculos que retrasaron una y otra vez la construcción de esta vía de comunicación, que llegó a ser emblemática en su tiempo.

Desde 1883 se sucedieron sucesivos proyectos. Ese fue el primer año en el que se tiene constancia de la existencia de unos planos en los que se quería unir Vigo con Baiona. Diez años más tarde se conoció otro, en el que se aumentaba de manera significativa el presupuesto. En 1901 el Banco de Vigo se lanzó a la aventura con una iniciativa que tenía una novedad muy importante. Sería un tranvía eléctrico.

Ninguno de ellos llega realizarse, aunque casi todos tenían muchas cosas en común. Al fin, en 1922 se puso en marcha el que sería definitivo. Según consta en algunos documentos, costó 6.617.075 pesetas, una gran cantidad de dinero para aquella época. Parte de ese dinero se invirtió en pagar las expropiaciones de 1.085 parcelas. El proyecto tuvo que superar numerosas dificultades, entre ellas las exigencias de las administraciones públicas. Las conversaciones fueron laboriosas por parte de la Compañía de Tranvías de Vigo, la encargada de su explotación.

Serían 20,8 kilómetros, según la documentación oficial. El recorrido llamaba la atención por ser al borde del mar en muchos tramos. Eso también favorecería al turismo, según sus promotores. La compañía tendría la concesión del servicio durante 99 años y le cobraría al Gobierno 50 pesetas al año por cada kilómetro para llevar la correspondencia. El convoy viajaría a una velocidad de 35 kilómetros por hora. Se calculaba que desde el centro de Vigo hasta Baiona tardaría 75 minutos.

El recorrido incluía 19 paradas o estaciones. Las principales se ubicaron en Coruxo y A Ramallosa, que todavía se conservan aunque para otros usos. También ese instalaron dos centrales eléctricas, una en Coruxo y otra en Panxón para garantizar el suministro. Los precios de los viajes eran muy económicos e incluso se facilitaban cartillas con abonos mensuales. En algunos horarios se habilitaban vagones para el transporte de mercancías.

El proceso de construcción del vial fue laborioso y duró varios años. Una de las grandes dificultades se encontró en A Ramallosa. Allí era difícil ubicar la estación. Se le ganó terreno al mar y se pudo realizar después de un intenso esfuerzo. También se conectó en ese lugar la desviación hacia Baiona y Gondomar.

La inauguración del trazado fue considerada como histórica. Acudieron una gran cantidad de autoridades y muchos empresarios no dudaron en calificarla de vital para el futuro. Muchos no pudieron contener la euforia e incluso plantearon la posibilidad de ampliar el recorrido hasta A Guarda. No se llegó a realizar nunca.

El recorrido en tranvía hasta Baiona funcionó durante mucho tiempo. Además de realizar un servicio muy importante para los vecinos, también se convirtió en una atracción turística. El No-Do y Televisión Española realizaron amplios reportajes sobre las espectaculares vistas que se ofrecía durante el recorrido. Hoy en día, ese trayecto se ha convertido en una carretera. Hace pocos años se estudió la posibilidad de recuperar aquella iniciativa que fue considerada como histórica.

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