Santísimo Cristo de la Victoria: aquí nos tienes, un año más, reunidos en torno a Ti después de haberte acompañado por nuestras calles. Es muy hermoso caminar juntos en tu compañía y te agradecemos el regalo de esta Fiesta que nos une profundamente.

Santísimo Cristo, esta Ciudad de Vigo y todos tus devotos, venidos de lugares cercanos y muy lejanos, queremos agradecerte tu permanente protección sobre nuestras vidas. A tu lado somos más fuertes y, mirándote a ti, sentimos más clara tu llamada a renovar nuestros esfuerzos para luchar por una sociedad y por una ciudad más justa, más solidaria, más unida y decidida a romper las barreras que nos separan a unos de otros. Aunque parezca increíble, en nuestra sociedad y en nuestra Ciudad hay muchas personas, hombres y mujeres, que pasan necesidad. Tenemos a nuestro lado, como dice el Papa Francisco, a muchas personas heridas que sufren las consecuencias de una vida dura e injusta, que llevan sobre sus hombros la pesada cruz de la soledad y del abandono.

Hoy, Santo Cristo de la Victoria, contemplamos tu rostro abofeteado y dolorido, tu rostro desencajado y sangriento. Es el mismo rostro de los hermanos que sufren a nuestro lado, es el rostro de los hombres y mujeres que en nuestro mundo son vilmente perseguidos porque no piensan o no creen igual, es el rostro de tantos atrozmente asesinados por un terrorismo que se ha convertido en la plaga de nuestra humanidad.

El Papa Francisco nos ha convocado este año a celebrar el Jubileo de la Misericordia. Al convocarlo, nos invita a los cristianos a un compromiso concreto y decidido. Porque la misericordia es mucho más que un sentimiento. Es la actitud fundamental para entender la propia vida y para compartirla, la medicina indispensable para vencer los males de nuestro mundo.

Los caminos de la misericordia se nos hacen visibles y tangibles en toda tu vida, Santísimo Cristo de la Victoria. Tu persona no es otra cosa sino amor. Tus relaciones con las personas nos dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realizaste hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes tenían el distintivo inconfundible de la misericordia. Nada en Ti está falto de compasión. Tú mismo nos dejaste dicho que al final de la vida nos preguntarán si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al forastero y vestimos al desnudo. Si hemos dedicado tiempo al que estaba enfermo o prisionero.

Santísimo Cristo de la Victoria, ayúdanos a abrir nuestro corazón al mensaje de la misericordia y a compartir nuestra vida y nuestros bienes con los necesitados. Ayuda a nuestras parroquias a ser casas de la misericordia y de la caridad. Que nuestros niños y nuestros jóvenes sean alegres mensajeros de la civilización del amor. Cura las heridas de nuestras familias con la medicina del perdón. Fortalece a nuestros hogares con la alegría del amor compartido. Que a nuestros mayores nunca les falte el cariño de una mano tierna y la voz amiga de un corazón cercano. Que todos podamos experimentar la alegría de levantarnos cada mañana mirando al futuro con esperanza.

Con fe sencilla, Santísimo Cristo de la Victoria, imploramos tu bendición para todos tus devotos y para todos los que te hemos acompañado en este día grande de tu fiesta. Bendice a esta tu querida Ciudad de Vigo y a nuestras autoridades. Bendice a todos los que nos visitan y acompañan en estos días de vacaciones. Y bendice especialmente a nuestros enfermos y a todos los que sufren por cualquier causa.

En tus manos, Santo Cristo, ponemos de nuevo nuestros corazones. No nos abandones nunca. Amen.