Los peces poseen en su cabeza una estructura dura, blanca, pequeñita. En su interior, como ocurre con los árboles, se van dibujando circunferencias que, si se cuentan, dan como resultado la edad del pez. Esta formación de carbonato cálcico y proteínas se llama otolito y saber interpretarlo es básico para la investigación y gestión pesquera. Más de 1.500 personas han aprendido a averiguar la edad de una merluza o una sardina gracias al Programa de Divulgación Científica Mergúllate no Océano del Campus do Mar. Durante tres días profesionales de la investigación marina han estado en la playa de Samil acercando su trabajo a los vigueses.

"El objetivo es que la sociedad vaya obteniendo conocimientos marinos como efecto directo de tener la sede del Campus del Mar aquí en Vigo", resume Jorge de los Bueis, coordinador del proyecto. Cada taller ha tratado un tema concreto relacionado con aspectos que están siendo investigados en esta institución.

Las actividades buscan divulgar desde nociones básicas, por ejemplo, cómo se forma una ola y el efecto que tienen sobre la arena, hasta qué historia cuenta cada grano de una playa. También cómo se comunican los investigadores en el mar o desde dónde llega el pescado que consumimos. Pero gran parte de los talleres se centran en mostrar los cambios que se están produciendo en el mar por culpa de la actividad humana.

Para trabajar este aspecto se muestran las especies invasoras que se encuentran en toda la costa gallega. "Todas han llegado aquí a través de una acción del hombre" , cuenta de los Bueis. Plantas como las margaritas africanas o las conocidas como uña de gato se expanden por el litoral gallego; animales como el mejillón enano desplazan a la especie autóctona. Esto pone en peligro la biodiversidad, un concepto que va más allá de la variedad de especies. "También es importante la cantidad de cada una de ellas", puntualiza el coordinador.

Otro cambio que se produce en el mar como efecto del hombre es su acidificación, debido al CO2 que contamina el aire y que se acaba filtrando al océano. "La gente sabe que el cambio climático vuelve ácido el mar, pero aquí pueden ver cómo repercute en la vida marina". Lo que sucede es que incide directamente sobre las concha de los moluscos, agrediéndolas hasta que se deshacen.

También el plástico es un producto altamente contaminante, especialmente por los químicos que se añaden durante su fabricación. En otro de los talleres los visitantes descubren cómo a través de la cadena de consumo el ser humano puede llegar a sufrir alteraciones hormonales. De los Bueis subraya que este campo de investigación a nivel internacional ya ha dado la voz de alarma y que por ello se esfuerzan en "sensibilizar de la terrible huella que el ser humano está dejando en el mar".