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La legislatura de Vigo

La legislatura de Vigo

El Parlamento de Galicia celebraba hace siete días el último Pleno ordinario del actual periodo de sesiones y que probablemente será el último de la IX Legislatura. De esta forma se ponía el broche a un animado y productivo periodo en el que el Hórreo se ha convertido en la Cámara autonómica más activa y trabajadora de España con de 41 proyectos de ley aprobados.

A pesar del gran número de textos legislativos promovidos, ninguno había concitado el voto favorable unánime de los grupos. Hasta el pasado martes 13 de julio. La Ley del Área Metropolitana de Vigo ha sido la excepción: amplio consenso, aceptación de enmiendas ajenas, cesiones y finalmente acuerdo. El parlamentarismo en su esencia, buena política.

Si las formas fueron significativas, el texto lo es aún más. Vigo podrá disfrutar del estatus que se merece, el que corresponde a la primera ciudad de Galicia y a un área metropolitana de casi medio millón de habitantes. El Gran Vigo.

Vigo, Redondela, Cangas do Morrazo, Moaña, Nigrán, O Porriño, Baiona, Gondomar, Mos, Salceda de Caselas, Salvaterra do Miño, Soutomaior, Pazos de Borbén y Fornelos de Montes. Catorce por ahora; pronto serán más.

Sus alcaldes, los catorce, han sabido anteponer los intereses generales a los particulares a pesar de la lógica pluralidad que implica reunir a regidores de cinco formaciones distintas. Hubo proyecto consensuado y el Parlamento lo respetó.

Roma no se hizo en un día y el Área Metropolitana de Vigo tampoco. Las primeras alusiones se remontan a la primera mitad del pasado siglo, si bien han sido los últimos 25 años donde se han materializado los más importantes precedentes. Un alcalde socialista, el doctor Príncipe, impulsó allá por 1992 el primer conato: la mancomunidad. Pronto surgieron nuevas inquietudes y ambiciones que se recogieron en la Declaración de Soutomaior, esta vez bajo la batuta de un alcalde nacionalista, Lois Pérez Castrillo.

Hasta hoy. Mejor dicho, hasta el 2009. Antes se discutió, se propuso, se prometió... pero nada llegó a buen puerto. Entre las ideas que quedaron para la hemeroteca, la del presidente Touriño, quien en 2007 y en connivencia con quien acababa de acceder a la Alcaldía de Vigo, Abel Caballero, diseñó un área llamada Vigo-Pontevedra que solo sirvió para provocar carcajadas en propios y extraños.

El gran cambio fue en 2009. Por primera vez accedió a la Presidencia de la Xunta un vigués. Un vigués de adopción, como tantos otros, pero un vigués decidido a sacar adelante el área. Hasta que lo consiguió. Alberto Núñez Feijóo fue quien de transformar ideas, precedentes, promesas y habladurías en un proyecto de ley. Fue en 2012 y, con la confianza mayoritaria del Parlamento de Galicia, cuando lo sacó adelante. No sin antes recordar que para entonces la Federación de Asociación Vecinales de Vigo Eduardo Chao (FAVEC) ya había recogido casi 20.000 firmas (una de ellas la de un servidor) a través de una ILP para que llegase este momento.

Entonces, la ley 4/2012, que fue como se denominó, topó con un obstáculo que impidió su puesta en marcha. Desafió la legalidad vigente, la voluntad de los ciudadanos y los intereses de los mismos, sin importarle en absoluto. El alcalde de Vigo -el obstáculo, en adelante- antepuso la gobernanza a los servicios, la presidencia del ente al transporte metropolitano, su egolatría al interés de los ciudadanos.

Fueron cuatro años perdidos en lo que respecta a la puesta en funcionamiento. Pero desde entonces, ¿qué ha cambiado? Substancialmente, que para quien entonces era un obstáculo ya le dan las cuentas para ser él el presidente y de manera sorpresiva y repentina entonces sí, comenzó a interesarle el Área. Atrás quedaron descalificaciones, amenazas y todo tipo de boicots al área, sus competencias y a los protagonistas, los vigueses y vecinos del área.

En todo caso, y fuese por un motivo más o menos loable, lo celebramos. Celebramos el cambio de actitud, su rectificación. Y lo celebramos principalmente porque va a repercutir positivamente en las personas y todo lo que sea beneficioso para Vigo tendrá siempre un voto afirmativo del Partido Popular.

Al Partido Popular le interesó, le interesa y le interesará siempre el Área, es uno de nuestros grandes compromisos y también de nuestros cumplimientos. Quien lo presida o deje de presidirlo, es, con todos los respetos, un asunto baladí en comparación con el significado de su existencia. Por eso, cuando al obstáculo le dieron las cuentas y le apeteció sentarse, nos sentamos, aunque llevásemos cuatro años esperando.

Sin embargo, no fue tiempo perdido, no nos podemos permitir ese lujo. Más bien al contrario, fue un tiempo productivo políticamente y especialmente para nuestra Área. Ahora, precisamente, es momento de hacer balance y que los ciudadanos puedan juzgar con su buen criterio si todo el trabajo realizado ha valido la pena.

Creo que podemos estar razonablemente satisfechos. Sin euforias, ya que todavía quedan muchas cosas por hacer, pero satisfechos. Esta ha sido la legislatura del Gran Hospital de Vigo; de la limpieza de la ría; de la llegada del AVE; de la transformación del Casco Vello (antes, un barrio oscuro, ahora un barrio de moda, icono turístico de la ciudad); de la famosa Ley Vigo que desbloqueó el caos urbanístico que supuso la ilegalidad del PXOM municipal; de la consolidación de Citröen; del resurgimiento del naval; del desdoblamiento del corredor del Morrazo; de la ampliación del puente de Rande... y de la puesta en marcha del Vigo del futuro con la estación intermodal (la primera de Galicia); la Ciudad de la Justicia;, la ampliación de Navia... y, por supuesto, la guinda: el Área Metropolitana. Ha sido y es la legislatura de Vigo. No se recuerda otra igual.

Lo más complejo e inexplicable es que la práctica totalidad de estos logros han encontrado de manera sistemática el mayor escollo en el alcalde de Vigo, negando los suministros al hospital, la construcción de los accesos para la intermodal, los terrenos para la Ciudad de la Justicia, retrasando 15 meses su entrada en el transporte metropolitano... Pero lo superamos. Los vigueses fuimos capaces de superar también este obstáculo y marcamos el camino de nuestra ciudad sin su ayuda.

Seguiremos impulsando infraestructuras y servicios para nuestra ciudad, con o sin la ayuda del Concello. Vigo no es de nadie. Vigo somos todos y quienes estén dispuestos a remar a favor siempre encontrarán la complicidad y beneplácito de los vigueses.

El movimiento se demuestra andando y la pasada semana dimos un gran paso, pero todavía estamos en mitad de la travesía. Los próximos cuatro años deben ser también, de nuevo, la legislatura de Vigo.

*Diputado del PPdeG

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