Irene Pérez, de seis años, empezó a quejarse de que le dolían los talones cuando en otoño volvió a los entrenamientos de atletismo. Les dieron un volante para el traumatólogo. En noviembre tuvo que dejar las actividades físicas. "Flipábamos", confiesa su padre, Jesús Pérez, y recuerda que pensaron que podría necesitar plantillas. Cuando su hija le pidió que no le apretara "tanto" la mano de camino al colegio, se dieron cuenta de que era otra cosa. Tenía inflamación en las manos. Les remitieron a Reumatología Infantil y, en enero, tenían un diagnóstico. Era artritis idiopática juvenil.

"Te ahogas en dudas y recurres a internet, donde hay casos tremendos que te causan bajones", explica, por lo que agradece el asesoramiento de la Asociación de Pacientes de Artritis de Pontevedra (Asearpo).

Jesús cree que fue una fuerte salmonelosis la que le desencadenó la artritis a Irene. Le afecta a pies, manos y un poco al cuello. Tuvo que dejar el atletismo, el baile y el piano y la tenían que llevar al colegio en silla de paseo. Pero es una niña "serena y listísima" que lo asumió bien. La presidenta de Asearpo, Mabel Avendaño, recuerda los "dedos como salchichas" que tenía el día que le dieron el diagnóstico y cuenta cuánto lloró, hace poco, cuando vio a Irene volver a tocar el piano. La medican con biológicos y una retahíla de fármacos que preocupaba a sus padres. "Hay que llevarlo con calma", les aconseja Mabel. Ahora, Irene se encuentra mejor y planea hacer el Camino de Santiago. "No perdemos la esperanza de que no la tenga que soportar de adulta y no le deje secuelas", desea Jesús.