A finales de 2010 Portugal estrenó en las autovías del norte su polémico sistema de "telepeajes", con pórticos que gravaban el uso -entre otras- de la A-28, el vial que emplean a diario cientos de vigueses para desplazarse a Oporto. Meses después el Ejecutivo luso extendía el mismo sistema a otros corredores repartidos a lo largo de la geografía portuguesa. Ahora, más de un lustro después, Portugal vuelve a adoptar otra nueva medida en su red viaria, en esta ocasión gravosa para los bolsillos de los conductores que excedan los límites de velocidad. Según recoge la prensa lusa el Gobierno ha decidido instalar antes de enero 50 cabinas de radares en los puntos de su territorio considerados "extremadamente críticos". Esos habitáculos acogerán 30 cinemómetros que irán rotando y reforzarán el bautizado como Sistema Nacional de Controlo de Velocidade (SINCRO).

A la espera de que las cabinas lleguen a sus destinos, Portugal ya ha avanzado los viales que ha escogido para albergarlas. Y de ese medio centenar, una docena se ubicarán en viales situados en la región norte del país. Cuatro de ellos estarán además en carreteras empleadas por los conductores gallegos en sus desplazamientos a Oporto: dos en la autopista A-3, entre Porto y Valença vía Braga; y otros dos en la autovía A-28, entre Porto y Valença, vía Viana do Castelo. Las restantes cabinas del norte se repartirán por la A4, entre Porto y Quintanilha; la A-41, entre Porto y Matosinhos; la A-7, entre Póvoa de Varzim y Vila Pouca de Aguiar; la A-24, entre Coimbra y Vila Verde da Raia. Este último vial entronca con la frontera gallega en Ourense.

Los medios lusos también se hacen eco de la decisión del Gobierno de congelar los descuentos de las autovías del interior y el Algarve, previstos para este verano.