El sobrecoste es un hecho casi habitual en las obras públicas, pero en el caso de las construcciones de los puertos el fenómeno alcanza cotas estratosféricas. Si El Musel es un ejemplo, el de Langosteira, en A Coruña, es otro que no se queda corto.

Tras más de una década en obras y sin apenas actividad relevante, el puerto exterior coruñés acabará consumiendo mil millones de euros públicos una cifra que casi triplica los 370 con los que inicialmente se adjudicó. Y es que desde 2004 hasta hoy Langosteira se ha beneficiado de enormes inyecciones adicionales de dinero del Gobierno.

Pero además del despilfarro su utilidad está más que en entredicho. Numerosos expertos han cuestionado reiteradamente por insegura esta terminal al ubicarse en el peor sitio de la costa española en el que se puede construir un dique.