El móvil de Ángel Rodríguez no para de sonar desde que el pasado domingo se convirtió de nuevo en protagonista involuntario de un suceso vinculado a su profesión y el deporte que lleva años enseñando a los aficionados de la Ría de Vigo. De no ser por toda esa gente a la que ve disfrutar antes, durante y después de las inmersiones tal vez hubiera guardado hace tiempo el neopreno en el armario. "Demasiadas historias juntas. Aún no nos recuperamos de la muerte de Alexis y otro susto. Me dan ganas de dejarlo todo. Así es normal que siempre piense que va a pasar algo", reflexionaba ayer por la mañana.

Hace poco más de un mes Ángel bajó al pecio del Mar de Marín para buscar el cuerpo del instructor y responsable del centro Buceo Islas Cíes, Alexis Macía, de 44 años, desaparecido durante una inmersión en este pesquero hundido a 52 metros de profundidad al sur de Cíes. Nada más llegar al fondo localizó el cadáver junto a la proa del buque. En esta ocasión sabía lo que podía encontrarse, pero no fue así en junio de 2012.

Por esas fechas trabajaba en Lanzarote también como guía de buceo. Como tantas otras jornadas llevaba de paseo subacuático a un turista por la costa del Puerto del Carmen cuando a 90 metros de profundidad se topó con una figura que solo se parecía a un buzo por el traje de neopreno y el equipo. Poco después las pruebas de ADN determinaron que el esqueleto pertenecía a Bosco José Fernández Tapias, hijo del empresario vigués y entonces vicepresidente del Real Madrid que había desaparecido dos años atrás en Playa Chica, al sur de la isla canaria.