Maniobra de atraque del Harmony of the Seas en Vigo. // R. GROBAS | A. OTERO

Si don Álvaro Cunqueiro reviviese, hubiera convocado ayer a sus inmemoriales amigos para celebrar la visita del Harmony of the Seas, tras haberlo oteado surcando la ría de Vigo desde el Monte do Castro, de madrugada, bajo el cielo despejado de un día que comienza y una luna que se va, y con el oleaje tranquilo en señal de cortesía y homenaje al nuevo rey de los mares. Tirando del listín que guardaba en el bolsillo, don Álvaro habría llamado en primer lugar a su camarada Mendiño, para intentar convencerle de que escribiese una cantiga de amor que obligatoriamente tendría que comenzar con el verso: "Sedíame eu na ermida de San Simón?". Le hubiese sugerido don Álvaro que imaginase que a bordo viajaba su amada/amiga, Leliadoura, fremosa dama enamorada, quien le estaría buscando por las calles estrechas del Casco Vello, y preguntado por él, por si acaso se hallaba, en la Taberna de Eligio, compartiendo ronda de vinos con José María Castroviejo.

También hubiese convocado a Martín Códax, aunque lo supusiere ocupado aguardando la llegada del Pergamino Vindel, para instarle a que se acercase al puerto y contemplado el acontecimiento, refugiado en el anonimato, entre los miles de curiosos. Con toda seguridad, Códax hubiese inquerido al rumor de las ondas y éstas le habrían descrito cuán suave es el roce de la quilla del Harmony custodiado por una pandilla de golfiños cantareiros de odas marinas, habaneras y alalás.

Enterado de la presencia de Julio Verne en la ciudadJulio Verne, Cunqueiro habría intentado contar con su experimentada opinión acerca del evento, para luego publicarla en FARO, a lo cual el requerido habría sonreído pícaramente, al ver como uno más de sus sueños se hacía realidad en la manera de gigante de la navegación. Después, el escritor francés habría telefoneado al Capitán Nemo, como siempre apostado en las Cíes, para comunicarle que a la ciudad ha llegado un barco muy, muy grande, enorme, pero que no se preocupase, que no hay peligro para el Nautilus y su tripulación: "Estos vienen en son de paz, no a saquear los tesoros de Rande".

El 'Harmony of the Seas' entra en la ría de Vigo // R. Grobas

A Celso Emilio Ferreiro lo hubiese esperado en la redacción del periódico. Era el día en el que poeta de Celanova acostumbraba a llevar su artículo correspondiente de la sección La jaula de los pájaros raros, el cual hubiese tenido que reservar hasta la semana que viene para ponerse a componer unos cuantos versos dignos de la ocasión, que se insertarían, según promesa del director, en "ubicación de honor " de la primera página.

Rematadas las tazas de vino, rematado el menú del día, don Álvaro aún hubiera tenido tiempo de llegar a la despedida, para no perderse este primer hasta luego al Harmony of the Seas, a eso de las cuatro y media de la tarde; y regresado a la calle Colón, a la altura del serán, ya tendría el artículo bosquejado para La Última. A medianoche, Cunqueiro estaría aún repasando la composición y dándole las vueltas al arranque de su crónica.

Las hemerotecas del futuro contarán que estuvo a punto de optar por uno de gozos y sombras que le tomó prestado a Gonzalo Torrente Ballester, "El señor llega", pero eso no consta, sino su conversación con Xosé María Álvarez Blázquez, que apuntaría la llegada del Armonía dos Mares en el segundo volumen de A cidade e os días.

La salida del 'Harmony of the Seas' en un minuto // VÍDEO: JORGE ÁLVAREZ | FOTO: JORGE ÁLVAREZR. GROBAS