"Doy la cara porque fui yo". Así, con esta contundencia y sin rodeos, Abraham C.F. admitía ayer ante la juez que irrumpió a los mandos de una moto en un supermercado de la calle Pateira de Vigo y que, pistola en mano, intimidó a los empleados para que le diesen la recaudación. El que iba con él en el ciclomotor, Borja R.M., que está a punto de ser padre, también confesó: "Perdimos los papeles". Ambos alegaron que cometieron el atraco para procurarse unas dosis de heroína. "Teníamos el mono", precisaron.

Con un amplio historial delictivo a sus espaldas y en la actualidad en prisión, ambos jóvenes afrontan ahora más de 12 años de cárcel cada uno por este robo de película ocurrido el pasado 19 de enero. La vista fue ayer en el Juzgado de lo Penal 2 de Vigo. Abraham -que entre sus condenas tiene una por perseguir de forma temeraria y embestir el coche de otro joven en Navia- admitió el asalto. Pero quiso hacer una precisión jurídica a la fiscal. Uno de los delitos que se le imputan es el robo de uso de la moto con la que entraron en el súper. "Es un hurto", dijo convencido, argumentando para ello que no forzó el ciclomotor, sino que se lo encontró con "las llaves puestas" en el contacto. La fiscal empleó su tiempo en explicarle que, pese a ello, la calificación que considera ajustada es la del robo.

Los jóvenes entraron con la moto hasta las cajas del establecimiento. Abraham cubría su rostro con un casco y Borja, con una capucha y una braga. Este último precisó sin embargo que su intención no era taparse la cara, y añadió, sobre la acusación de que se resistió a los agentes en el arresto, que fueron ellos los que "tuvieron una actitud agresiva conmigo". "Antes de que acabaran ellos conmigo iba a acabar yo con ellos y acabar con la tontería", declaró.

Casi veinte testigos comparecieron en el juicio. "Entró una moto de repente y uno me apuntó con la pistola", afirmó el cajero del súper. Robaron 217, 52 euros y huyeron, pero un amplio dispositivo de la Policía Nacional dio con ellos. Un agente llegó a hacer un disparo intimidatorio al aire.

Las defensas piden las penas mínimas alegando que sus clientes se encontraban bajo los efectos del síndrome de abstinencia y están "arrepentidos".