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Psiquiatría del Chuvi tiene a crónicos ingresados hasta 30 años por falta de plazas en residencias

En las dos unidades de larga estancia del Nicolás Peña viven 36 pacientes -La mayoría no se va de alta hasta que puede acceder a un geriátrico - El 90% sufren esquizofrenia y el 80% son varones

El doctor Noquerol, con otras dos profesionales, en una sala de estar del Nicolás Peña. // Marta G. Brea

Desde que la Ley General de Sanidad de 1986 ordenó la desaparición de los manicomios y su sustitución por una red asistencial que persiga la reinserción de los pacientes mentales, el número de enfermos residenciales crónicos se ha reducido mucho. Pero siguen existiendo. En el Nicolás Peña hay 36 y algunos de ellos permanecen ingresados en Psiquiatría del Chuvi hasta 30 años. Son personas que precisan alguna ayuda o protección, pero nada diferente a lo que puede requerir alguien con demencia senil. No necesitan estar en un hospital. Podrían vivir en una residencia, pero en la comunidad no hay plazas concertadas suficientes. De ahí que muchos permanecen en las unidades de larga estancia hasta que cumplen los 60 años y pueden ir a un geriátrico.

Con el cierre del Rebullón, a principios de año, esta actividad se trasladó al Nicolás Peña. Más de la mitad de sus camas están dedicadas a crónicos de larga estancia. Son dos unidades con 19 y 17 plazas. Una está destinada a personas con deterioro somático y la otra, a gente con mayor autonomía. El doctor Raúl Vázquez Noguerol explica que "siempre" están "al 100%" porque los pacientes no se suelen ir de alta hasta que envejecen y se les busca un sitio en una residencia de mayores. Es el caso de uno del que despidieron hace poco y que llevaba ingresado en el servicio desde 1987.

Hay algunas residencias públicas o concertadas para personas con enfermedad mental, pero son pocas e insuficientes. La solución no es fácil. El doctor Vázquez Noguerol explica que estos centros no son rentables por sus pocas plazas -unas 25-, pero tampoco deberían ser mayores porque se volvería al concepto de gran psiquiátrico del que se trata de huir. Así, las asociaciones de familiares no pueden permitirse crear una.

El 90% de estas personas sufren esquizofrenia -que afecta a unas 10.000 personas en el área- o algún tipo de psicosis y no han alcanzado el nivel de autonomía suficiente para vivir, por ejemplo, en un piso tutelado. El 80% son varones, ya que los cuadros de las mujeres son menos graves y son menos dependientes. Tienen entre 40 y 60 años, porque tratan de evitarlo en los veinteañeros y treintañeros con rehabilitación, aunque algún caso hay.

En el Nicolás Peña hay otras dos unidades residenciales de Psiquiatría. La propiamente de rehabilitación, con 19 camas, que supone el siguiente peldaño en la atención tras la fase aguda, que se atiende en el Álvaro Cunqueiro. Son pacientes con esquizofrenia o trastorno mental severo. Se les ayuda a equilibrarse clínicamente con medicación y se valora qué intervención necesitan para recuperar las capacidades perdidas para poder volver a su casa, con su familia, a un piso tutelado...

Hay una cuarta unidad, la de cuidados especiales, con 15 plazas, donde ingresan pacientes subagudos -los que llevan más de 18 días en el Cunqueiro sin lograr estabilizarse, pero que no requieren cuidados de hospital de tercer nivel- y los crónicos activos -aquellos cuyos síntomas no terminan de resolverse y que por la gravedad de su psicosis representan un riesgo para ellos o para otros-.

Con el cambio desde el Rebullón han ganado "mucho", como un baño en cada habitación o una mejor integración en la sociedad. Pero necesitarían un mejor acondicionamiento de las zonas verdes y un área para hacer deporte. Proponen adecuar la terraza, vacía, para jugar al fútbol.

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