La viguesa Lucía Fernández nunca pensó que encontraría su auténtica vocación a raíz de un trabajo para una asignatura de la carrera. Lleva cuatros años estudiando Educación Social y en la materia Acción socioeducativa en las discapacidades se le pedía realizar un proyecto con el fin de mejorar la vida de una persona con discapacidad a la cual no conociera.

"Nunca imaginé que pudiera empatizar tanto con él. Cuando tienes un trabajo lo haces y listo, pero en este caso todo fue diferente. Me gustaría dedicarme a ello y por supuesto continuar ayudándolo en este proyecto". Lucía Fernández, autora de estas palabras, habla con especial emoción cuando se refiere a Juan Figueroa. Se trata de un chico con amelia parcial en los miembros superiores debido a la Talidomida, a quien está ayudando a cumplir una de sus "cuentas pendientes" con la vida. "Su sueño era aprender a nadar. Nunca lo había intentado, directamente; por lo que decidimos ponernos manos a la obra", relata esta estudiante viguesa de 22 años.

Clases de natación adaptadas

Así que dos meses atrás, cogieron bañador, gorro y chanclas y pusieron rumbo al complejo deportivo Máis que auga, en Coia. "Conseguí el contacto con Juan a través de mi pareja. No se trata de unas clases de natación al uso, sino adaptadas, por lo que la confianza era esencial. Quedamos en varias ocasiones y cuando estuvo listo, empezamos con el aprendizaje", cuenta Lucía. "Estudié, me saqué una carrera, encontré trabajo y me estanqué. Mi nivel de conformismo era tal que siempre quise nadar pero pasaba del tema. Ahora me encanta, disfruto mucho en la piscina. A veces es más necesario un impulso que ser válido, Lucía fue mi impulso", reconoce Juan Figueroa.

Los comienzos como bien explican los dos, fueron bastante complicados. "Podría ayudar a nadar a mucha gente, pero enseñar a una persona como Juan es más difícil. Yo me encargo de los ejercicios de respiración que también son muy importantes y luego un profesional se hará cargo del resto", relata Lucía. Al estar ella estudiando fuera, quedan cada quince días para preparar sus clases. "Contar con gente que te apoye de esta manera es la leche", reivindica Juan. Tanto él, licenciado en Administración de finanzas, como la estudiante no quieren que esta historia se vea solo reflejada en una calificación, sino pretenden que este ejemplo sirva a muchas otras personas a dar ese "pasito" necesario para hacer cosas en las que no creían. "Creamos páginas en redes sociales para dar a conocer el proyecto y que otras personas sigan el ejemplo de Juan", añade Lucía Fernández.

Además de contar con la ayuda de profesionales y amigos de Juan para crear el proyecto, en él también colaboran Jonny Castro, jugador del Celta de Vigo y Chano Piñeiro, nadador paralímpico quienes mostraron su apoyo al joven vigués. Profesora y alumno van contando diariamente a través de su página The number Juan no solo los avances en el mundo 'acuático' sino también el día a día del vigués.

Juan Figueroa piensa sacar provecho de esta experiencia. "No solo he aprendido a nadar, sino que ahora veo más allá y me pondré a tope con otras cosas que dejé por el camino como el carné de conducir". Lucía por su parte, encontró su vocación. "Siempre quise trabajar en algo relacionado con la violencia de género, pero ahora me encantaría tratar y ayudar a personas con discapacidad", relata la futura educadora social.

"Dejé de hacer muchas cosas por no considerarlas necesarias. Me acomodé, terminé la carrera, encontré trabajo y me olvidé de lo demás. Ahora me doy cuenta que con voluntad y un poco de ayuda puedes lograr lo que te propongas", relata Juan Figueroa.