"Desde luego esto hace 20 años no pasaba". La frase la pronuncia José Luis Gómez, jefe de la sección de Patología Forense de la subdirección viguesa del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga). Con más de dos décadas de experiencia, la perspectiva de todo este tiempo en la profesión le permite analizar una problemática con la que antes se encontraba de forma muy excepcional y que ahora cada vez es más frecuente. "E irá a más", vaticina. Se trata de los casos de personas mayores "sin cobertura familiar" que mueren en soledad en sus domicilios. Un drama social que se ve acentuado por el hecho de que en numerosas ocasiones pasan días hasta que se descubre el cadáver. Este experto apunta que la "especial incidencia" de este tipo de decesos es una de las claves que explica el aumento de autopsias registrado este año. Entre enero y abril en Vigo se hicieron 118 necropsias, prácticamente una diaria, lo que supone un incremento de más de un 10% con respecto a las 105 del mismo período de 2015: de continuar esta tendencia se superarán con creces las 289 que hubo en todo el ejercicio anterior. Y especialmente elevada fue la actividad en febrero, cuando el número de estos exámenes forenses se disparó a 45. "No recuerdo un mes con tantos casos", asevera Gómez.

Los forenses de la sede viguesa del Imelga realizan las autopsias de las muertes judiciales registradas no solo en la urbe olívica, sino también las que se producen en las otras localidades de su partido judicial -Baiona, Nigrán y Gondomar- y en los municipios de las demarcaciones de Redondela, Tui, Porriño y Ponteareas. Además de necropsias por fallecimientos violentos -homicidios, suicidios, accidentes de tráfico y laborales u otro tipo de siniestros-, también intervienen en muertes naturales en las que es preceptiva su intervención para certificar ese deceso o para buscar una causa a un fallecimiento a priori sin explicación ya que se trataba de una persona aparentemente sana.

¿Cómo perciben los forenses la problemática de los ancianos que fallecen solos? "Antes estos casos eran escasos. Las personas mayores vivían con sus hijos, había una supervisión constante...", afirma José Luis Gómez. Un escenario que en la actualidad ha cambiado, con la evidencia de que son numerosos los mayores que no tienen ninguna compañía en sus casas. "Detectamos un incremento de estas muertes. Suele ser gente por encima de los 70 años, muchas veces sin enfermedad conocida, muertes inesperadas; personas con una vida autónoma, que no tienen una supervisión familiar o al menos este control no es constante; acaban siendo los vecinos los que dan el aviso o algún familiar alertado porque la persona no coge el teléfono o les llaman a la puerta y no abren", describe el forense. Y no es un problema exclusivo de la ciudad. "Ocurre en el centro, en las parroquias, en el rural...", precisa, señalando que lo habitual es que, cuando se produce el hallazgo, el afectado ya lleva "tres o cuatro días muerto". "También hay casos en los que el fallecimiento se había producido hacía una semana o más", relata.

Aunque habitualmente las autopsias se realizan en el Hospital Nicolás Peña, que dispone de una moderna sala para ello, en el caso de los cuerpos de personas que llevaban varios días muertas, con avanzado estado de descomposición, estos no pueden ser trasladados a un centro sanitario: se llevan a las instalaciones de Vigomemorial -la funeraria que en la actualidad tiene adjudicado el traslado de los cadáveres judiciales en Vigo- y, salvo excepciones, se les hace allí también la necropsia. Notablemente elevados, en comparación con los dos o tres anuales que solía haber, fueron los casos de estas características registrados en lo que va de 2016. Hubo 11 autopsias que fue preciso hacer en ese complejo funerario -tienen sala y cámaras frigoríficas para conservar los cadáveres-: excepto algún caso en el que el fallecido era joven y su muerte estaba relacionada con la toxicomanía que sufría, el resto fueron mayores muertos en sus vivienda que no fueron encontrados hasta días después.