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Tu mascota es el mejor terapeuta

La intervención médica con animales proporciona beneficios a personas con problemas emocionales, de comunicación, cognitivos o físicos

Cuando Ana Martínez visita el centro de día que la asociación Afaga tiene en Beiramar, la mayoría de sus residentes no sabe qué día es. Sufren la enfermedad de Alzheimer. La especialista en intervenciones asistidas llega acompaña de Bronce, un labrador que consigue que los ausentes ancianos centren su atención en él. Martínez pregunta: "¿Qué día es hoy?". Solo una persona contesta: "No lo sé, ¿martes?". La técnico lo niega y vuelve a preguntar: "¿Cuándo viene Bronce a veros?". El anciano que había contestado antes sabe que el perro los vista siempre el mismo día. "Lunes", balbucea con ayuda de Martínez. El uso de animales con fines terapéuticos ha aumentado en los últimos años. Los expertos hablan de las ventajas de contar con un animal para enfrentarse a problemas sociales o médicos.

Ana Martínez, especialista en terapias con animales, trabajando en un centro de día. // R. Grobas

Orientación espacial y temporal. Estos dos conceptos, interiorizados en las personas cuya memoria funciona correctamente, son una de los trabajos más importantes y difíciles con pacientes de Alzheimer avanzado. Gracias a Bronce, que forma parte de un programa que el Concello lleva a cabo desde hace cinco años, ejercitan estas claves. "Además trabajan la atención, la autoestima, que la suelen tener baja; la coordinación, dándole una galleta que es pequeña y les obliga a pinzar los dedos, y la apraxia con el cepillado", explica Martínez. El perro sirve de elemento motivador, un estímulo vivo que les lleva a interactuar con él y entre ellos.

El encargado de llevar a cabo este programa es el centro de educación canina Ramalladas y su responsable es Juan Freire. "Visitamos también colegios, a infantil y primaria, la profesora marca unos objetivos y el perro es el componente motivador, por ejemplo, si la clase es muy revoltosa y no piden el turno de palabra se esfuerzan en hacerlo para que el perro pueda volver a la semana siguiente", explica. "Los resultados son impresionantes, las profesoras nos lo dicen".

No se trata de que el perro se convierta en el centro de atención, sino en una herramienta para alcanzar mejoras. El caso de estos perros es además particular porque fueron rescatados de la protectora. "Es un programa pionero e invertimos muchas horas en ellos, venían de sufrir abandono e incluso malos tratos, pero al final lo conseguimos".

El proceso normal es que desde pequeños los perros estén socializados y se acostumbren al entorno en el que van a trabajar. Las psicólogas Olalla Vergara y Laura Pazos directoras de Con.tacto, un centro multidisciplinar especializado en intervenciones asistidas con animales, tienen algunas de las mascotas en la propia consulta. No se restringen a los perros, utilizan gatos y caballos e incluso la propia mascota de los pacientes. "El vínculo ya está creado así que no hay problema, aunque a veces tenemos malos vicios con nuestras mascotas", explican.

Cada animal es más adecuado según las metas que se persigan. Los perros, por su afectividad, pueden ayudar a personas con problemas de comunicación; los caballos, a aumentar la confianza; los gatos, para relajar al paciente y poder así introducir temas difíciles para él. Los expertos defienden que las razas no importan, tiene más peso el carácter del animal.

Laura Pazos, segunda por la derecha, ejercita el tono muscular y equilibrio del niño. // J. Lores

Uno de los casos que han tratado es Pedro, nombre ficticio, un niño con Asperger que llegó a su consulta por una fobia a los perros. "Era muy grave porque si veía uno en la calle podía cruzaba la carretera sin mirar", cuenta Vergara. Comenzaron fijando un primer objetivo, ver a un perro a través de un cristal. Después, pasó a estar en la misma habitación con él, a tocarlo, e incluso a pasearlo. "El perro nos sirvió después para trabajar habilidades sociales porque le daba seguridad y era una excusa para hablar con la gente en la calle", cuentan las psicólogas.

Pero los animales no solo sirven para trabajar problemas sociales y psicológicos, también mejoran habilidades físicas. Lo hacen por ejemplo a través de los caballos, donde trabajan el tono muscular y el equilibrio. "Un niño con parálisis cerebral puede que no tenga la musculatura necesaria para levantar la cabeza, pero el animal le motiva para hacer el esfuerzo y conseguir alzarla", explica Vergara. Según el tipo de pacientes los resultados pueden ser muy rápidos y evidentes, como superar una fobia, o menos obvios pero igual o más importantes. "Lograr que un niño autista te mantenga el contacto visual o que diga alguna palabra es un progreso enorme".

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