Las praderas marinas son claves para la biodiversidad, la producción de alimento en las pesquerías o la mitigación del cambio climático. Sin embargo, estas poblaciones vegetales sufren un declive global en parte originado por su ausencia en las agendas de conservación. Leticia Bas, doctora en Ciencia, Tecnología y Gestión del Mar, estudió las interacciones entre estos hábitats vegetales y los usuarios de la Ensenada de San Simón, espacio protegido por la Red Natura 2000, para concluir que es vital incluir ambas perspectivas en la planificación ambiental.
"Es necesario hablar con la gente y entender cuál es su realidad y qué necesidades tienen desde las etapas iniciales de elaboración de los planes. Todos los conocimientos son necesarios, los de la Universidad, los pescadores y la Administración para que sean efectivos", defiende Bas, que entrevistó a usuarios -trabajadores y deportistas-, así como a gestores de la Xunta para determinar su percepción de las praderas.
El trabajo, realizado en el marco del Campus del Mar, constituye una tesis cuya perspectiva multidisciplinar y novedosa fue destacada por el tribunal evaluador. De hecho, Bas contó con la dirección del economista pesquero de la Universidad de Santiago Sebastián Villasante y del biólogo Jesús Troncoso, del campus vigués.
Las praderas intermareales y submareales de San Simón -formadas por Zostera noltii y Zostera marina- figuran entre las razones que motivaron su inclusión en la Red Natura, sin embargo, son grandes desconocidas. "Mucha gente piensa que son algas, aunque se trata de plantas. Al principio del estudio, hicimos un trabajo de campo para determinar su localización y estado en la ensenada. A todos los entrevistados les mostrábamos mapas para que localizasen las praderas que conocían y muchos decían que ya no existían en zonas donde sí estaban presentes".
"También me sorprendió la diferencia de conocimiento entre el público en general y las personas que trabajan en San Simón, que incluso utilizan un nombre para denominarlas, ceba. Los pescadores saben que son importantes porque allí desova el choco y largan el butrón para capturar anguila. Es una relación positiva porque entienden que ayudan a mantener las pesquerías", explica.
Las entrevistas con las mariscadoras arrojaron una valoración menos positiva: "La relación es un poco conflictiva porque la planta les supone un mayor esfuerzo, tienen que arrancarla para plantar semillas. Aunque algunas sí dicen que en estas zonas el marisco es mejor coincidiendo con estudios científicos que señalan que las plantas aportan nutrientes".
Bas también recogió la opinión de pescadores recreativos y de aficionados al surf o al piragüismo, quienes reconocieron que las hojas que se acumulan durante el verano en la superficie les molestan.
El estudio incluye la perspectiva de los gestores de la Administración gallega en las áreas de Pesca, donde conocen la importancia de las praderas pero no las incluyen en sus planes, Ordenación del Territorio y Conservación. Respecto a este último departamento, Bas señala las dudas que genera la propia legislación europea de la Red Natura. "Las praderas marinas no aparecen como especie a proteger aunque sí su hábitat. A pesar de que es muy positiva para una actividad tan importante en Galicia como la pesca artesanal no goza de esta condición", apunta.
"La zostera tiene una distribución muy amplia por la costas europeas y de EE UU y hay estudios que cuantifican sus beneficios. Si algo tan valioso no está incluido en la Red Natura quizá habría que repensar esta figura de protección o añadirle algo. Además ni los pescadores ni los mariscadores han notado cambios en su actividad, por lo que quizá no sea la más adecuada", plantea Bas, que también abogar por una mayor coordinación entre Pesca y Conservación para que la gestión sea más efectiva:
