Un accidente doméstico sesgó la médula de Lucas Alonso hace año y medio y le dejó parapléjico de cintura para abajo. Tras seis meses de ingreso en A Coruña, se despidió de ella con la indicación de regresar cada abril para la revisión anual. Sin embargo, ya ha tenido que recurrir a ella en más ocasiones. Los profesionales del Chuvi carecen de los conocimientos especializados necesarios para resolver las constantes complicaciones urológicas que sufre, algo muy frecuente en estos pacientes. Así, tiene que recurrir al urólogo de la unidad coruñesa. Fue en noviembre, regresó en marzo y tiene que volver en junio. Tres veces en siete meses. Son 170 kilómetros los que separan a este paciente con movilidad reducida de las únicas consultas públicas en Galicia que le pueden dar una solución a sus problemas. Como él, más de dos millares en el sur de Galicia.

La madre de Lucas, Ángeles Suárez, acompañó en el último viaje, este mes, y relata para FARO los gastos y dificultades de este periplo. La primera: para un parapléjico, ir solo hasta el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña no es un opción. Se necesitan dos personas. Ángeles dejó solo a su marido en el negocio de ortopedias que tienen en Vigo y la hermana de Lucas, Lúa, autónoma, perdió un día de trabajo. El viaje tampoco le sale barato a Lucas. "Tuvo una operación importante de espalda y, tras tantos kilómetros, llega muy cansado y con dolor de espalda", cuenta su madre. Además, es un día completo que deja de acudir al centro de día concertado, donde lo atienden terapeutas, Mantener la rutina es muy importante para su estado anímico", destaca. En concreto, este viaje coincidió en lunes, el día que acude a la piscina, que tanto le gusta, porque "se siente libre".

El coste monetario asciende a más de cien euros. En las cuatro estaciones de peaje por las que pasan en cada sentido se dejan 33,8 euros. La gasolina que consume el vehículo les supone entre 30 y 35 euros más. Como no pueden aparcar lejos del edificio del hospital por las dificultades para desplazar a Lucas en silla de ruedas por cuestas y espacios estrechos, optan por pagar y estacionar en el parking parkingmás cercano. Son cuatro euros por dos horas. "Salimos a las 14 horas, tienes que comer", señala Ángeles. Suma otros treinta euros y los dos que les costó el aparcamiento en la zona.

Le toca volver en junio. "Es muy triste que tengamos que volver en tres meses porque no lo puede ver un urólogo aquí", lamenta Ángeles. Como soluciones, propone que la Unidad de Lesionados Medulares de A Coruña envíe de forma periódica a un especialista a pasar consulta en el Álvaro Cunqueiro y establezcan un canal de "comunicación fluido" para que se puedan atender de forma adecuada las urgencias. La otra propuesta es que formen en los cuidados superespecializados que requieren estos pacientes a algún profesional del Cunqueiro -que dependiera del departamento coruñés en esto- para poder tener a "alguien de forma permanente".

Ángeles resalta que tienen que recurrir a Urgencias del Chuvi, de media, una vez al mes. "Solo entre julio y agosto, fuimos en cinco ocasiones". Introducir una sonda cuatro veces al día convierte en corrientes las infecciones de orina. Las indicaciones para tratarlas no son las mismas que al resto de los pacientes, entre otras cuestiones, porque estarían continuamente tomando antibióticos, haciéndose resistentes a ellos. Pero eso, solo los profesionales que están formados en ello lo saben manejar. "Al final, voy sabiendo yo más que algunos", bromea Ángeles.