"¿Por qué desatáis a los borricos? Porque Jesús los necesita. Se montó a lomos de uno y los ramos de olivo salieron a su paso". Este pasaje del Evangelio según San Lucas recoge la entrada de Jesucristo en Jerusalén a lomos de una burra y este mismo episodio fue recreado ayer en las calles olívicas como pistoletazo de salida oficial a la Semana Santa.

El Domingo de Ramos volvió a congregar a miles de vigueses en Porta do Sol ansiosos de poder contemplar uno de los pasos más queridos de todas las procesiones de la ciudad: La Borriquilla, que mantiene viva la tradición en la urbe viguesa. Los protagonistas, junto a la propia figura religiosa, fueron los mismos de los últimos desfiles por las calles de Vigo: los niños. Acompañados por sus padres o en su mayoría por los abuelos, los peques disfrutaron con el paso de la imagen y no dudaron en levantar al cielo sus ramos para recibir la bendición a manos del obispo de la Diócesis de Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza.

La inestabilidad del tiempo no amenazaba la salida del paso pero sí la presencia de devotos y creyentes a lo largo del camino. La meteorología respetó la tradición durante toda la jornada aunque fue necesario cargar con las chaquetas y paraguas, que nadie se atrevió a dejar en casa.

Una vez más, la Iglesia de María Auxiliadora se quedo pequeña ante la demanda de fieles que se acercaron a la parroquia para asistir a la primera misa de Semana Santa y contemplar el inicio de la procesión. La imagen lucía en los exteriores del templo adornada con decenas de ramos de olivo y una gran capa de su cofradía, Nuestro Padre Jesús del Silencio.

El sonido del himno gallego anunciaba el inicio de la marcha. Ocho cofrades empujaban el carro de Jesús a lomos de la burra, de más de 400 kilos de peso, mientras tres nazarenos dirigían a una cierta distancia y portando una ornamentada cruz, los pasos de los fieles. La Hermandad Peruana, integrada solo por mujeres inmigrantes, también acompañó la cabeza de la procesión.

Esta comitiva precedía a las diversas autoridades religiosas que no faltaron en este primer recorrido, Monseñor Quinteiro, Ángel Dorrego, coordinador de la Semana Santa viguesa y Antonio Vidal y Manuel Núñez, presidente y secretario de la cofradía del Silencio. Tan solo el redoble de los tambores rompía el solemne silencio de la procesión, seguida por más de un centenar de personas, entre ellas muchos niños.

Tras recorrer Ronda de Don Bosco, Cachamuíña, Falperra, Paseo de Alfonso y Elduayen, la imagen enfiló Porta do Sol entre vítores y anunciada por la banda Ateneo Musical de Bembrive.

En la céntrica calle, miles de vigueses esperaban ávidos la entrada de la figura. "Ahora vendrá Jesús y podrás verlo pero no te olvides de tocarlo con el ramo, ¿vale?", le decía una madre a su hija pequeña en la espera. La procesión se alargó aproximadamente 45 minutos, tiempo suficiente para conseguir los más rezagados los últimos esquejes de olivo.

Aunque las palmas ondeaban por cientos, en esta ocasión la "palma" se la llevaron los ramos de olivo. Se contaban con los dedos de la mano los niños que no portaban uno o los abuelos que no repartían entre sus nietos varios manojos para que fueran bendecidos.

La comitiva se detuvo en Porta do Sol y las autoridades eclesiásticas ocuparon su puesto en un pequeño palco instalado en la céntrica plaza. Monseñor Quinteiro y el sacerdote de la Iglesia de Santiago de Vigo procedieron a la lectura de unos versículos del Evangelio según San Lucas, tradición recuperada el año pasado.

El Obispo de la Diócesis Tui-Vigo procedió entonces con uno de los momentos más esperados por niños y adultos, que también vivieron con especial cariño la jornada romera.

Monseñor Quinteiro Fiuza agradeció la "excepcional presencia" de los miles de vigueses y reclamó levantar los ramos y palmas para ser rociados con el agua bendita. "Es el momento de que todos saludemos a Jesús por medio del levantamiento de los ramos de olivo. Así entró Jesús en Belén, los niños lo aclamaron con palmas allí y los niños de Vigo tienen que hacer lo mismo" , animaba el obispo, quien no podía disimular su satisfacción por la gran acogida de la procesión del Domingo de Ramos. "Me alegra profundamente que todos los niños de la ciudad estén aquí, y que sus padres los hagan partícipes de la fe de Jesús. Hoy es un día de fiesta y de celebración en familia", manifestaba Quinteiro Fiuza.

Los pequeños disfrutaron con la bendición y bajo una gran sonata de aplausos despidieron, momentáneamente, la primera de las intervenciones eclesiásticas. Junto a ellos, en el palco se encontraban también el subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Antonio Coello, y los ediles populares Miguel Fidalgo e Irene Garrido. El alcalde olívico, Abel Caballero también acudió acompañado por su mujer pero prefirió permanecer entre el público.

La procesión volvió a ponerse en marcha hasta la Iglesia de Santiago de Vigo, ahora mucho más multitudinaria. Policarpo Sanz y García Barbón se inundaron de olivos y palmas bajo el compás marcado por los cofrades de Nuestro Padre Jesús del Silencio.

A su llegada al céntrico templo, el obispo volvió a bendecir los ramos de todos los vigueses y animó a participar de la misa que se llevaría a cabo en el interior de la iglesia, prometiendo "una especial oración por todos los asistentes, en particular, los niños".

Una vez finalizado el recorrido, padres y abuelos llevaron a sus hijos y nietos a tocar la imagen de Jesús y la burra o frotar sus racimos contra la solemne figura.

Ángel Dorrego, miembro activo de esta Semana Santa viguesa mostraba al término de la misma una "gran satisfacción" por la acogida de la gente. "Mirando al cielo tenía mis dudas de que se acercara tanta gente, fue una sorpresa encontrarse con tantas personas. Estamos más que contentos, la gente ha visto recompensada su ilusión con una procesión solemne y preciosa", reconoce el cofrade de la Hermandad de La Pasión.