Uno: Hay que dejar funcionar al mercado. Dos: Los aeropuertos de la eurorregión son complementarios. Tres: Alvedro, Lavacolla, Peinador y Sá Carneiro pueden coordinarse... Éstos son solo algunos de los mensajes más repetidos durante la última década desde Oporto y Santiago. Pero el único al que se le aplicó este cuento a fuerza de competencia desleal, subvencionada y manos atadas ha sido a Peinador. En ninguno de los dos lados de la frontera se ha llevado a la práctica. Ni lo cumplió Portugal, que ha primado al máximo a las aerolíneas en Sá Carneiro; ni tampoco los sucesivos Gobiernos de la Xunta, impasibles ante la ofensiva de Oporto y que centralizaron sus esfuerzos inversores en Lavacolla. En medio quedó Vigo, motor económico de Galicia, y su terminal, la de mayor área de captación de viajeros de la comunidad. Entre ambos la convirtieron en "la salchicha fresca en medio de la francesiña", como la calificó la semana pasada el alcalde portuense, Rui Moreira. Pero casualmente Peinador ha dejado de ser "complementario" para Oporto. Realmente nunca lo fue más allá de sus teorías. Pero ahora es algo peor. Es, en declaraciones de Rui Moreira a la prestigiosa revista portuguesa Visão, "miserable"Visão. Y ese era, a tenor de los acontecimientos, su única meta: captar todo el pasaje del Sur de Galicia y del Norte de Portugal al aeropuerto vigués para dejarlo en la miseria. El silencio cómplice de la Xunta hizo el resto. ¿Qué ha pasado en esta década? ¿Cómo logró Sá Carneiro vaciar a Peinador? ¿Qué hicieron los Gobiernos gallegos por evitarlo? ¿Por qué reacciona ahora Oporto de forma desmesurada contra Vigo? Éstas son algunas de las claves.

¿Por qué Oporto pone el grito en el cielo ahora que Peinador crece y TAP abre el Vigo-Lisboa?

Las quejas airadas del alcalde de Oporto por que TAP abra el vuelo Vigo-Lisboa cuando apenas sacará un puñado de pasajeros a Sá Carneiro evidencia que los mensajes amistosos desde Portugal eran poco más que una cortina de humo. Moreira exigió incluso su cancelación y lo calificó de "broma de mal gusto". Demuestra también que la política aeroportuaria de los sucesivos Gobiernos de la Xunta de tratar de centralizar las rutas en Lavacolla ha fracasado y que el único perjudicado ha sido Peinador. Cuanto más débil estuviera la terminal olívica, más tarta podía comer Sá Carneiro. Y así fue. Oporto multiplicó por dos su pasaje en diez años hasta llegar hasta los 8,1 millones. De ellos, cientos de miles son vigueses. Mientras tanto, el tráfico aeroportuario global en Galicia solo se ha estancado. Lavacolla y Alvedro, que no sufren la competencia de Sá Carneiro, han conseguido mantener el tipo gracias a los millones de euros en ayudas a compañías aéreas recibidas. Peinador se desangró. Que ahora crezca supone un peligro para Sá Carneiro. Y por ello han reaccionado. Lo que recupere la terminal olívica, lo pierde la portuense.

¿Qué ha llevado al Concello de Vigo a tener que apoyar a compañías aéreas?

Ante esta presión, el Concello vigués -el único que reclamó siempre el fin de todos los apoyos a compañías aéreas- se vio obligado a entrar a última hora, y cuando el PP local levantó su veto, en el perverso juego de las ayudas para poder jugar en la misma liga y evitar que la mayor ciudad de Galicia perdiera su aeropuerto. ¡Y funciona! En Sá Carneiro y Lavacolla lo saben. Tienen experiencia. De la noche a la mañana, Peinador se ha convertido en el aeropuerto de España con mayor crecimiento porcentual. Pero despega tras haberle usurpado más de la mitad de su pasaje desde 2007. Y llegan aerolíneas con criterios de empresa privada, como la TAP, y abren rutas a mercado. Y otras, como Ryanair, lo hacen con la misma receta que en Oporto y Lavacolla, y la demanda se dispara. Y por primera vez saltan las alarmas al otro lado de la frontera. Los dirigentes portuenses nunca pusieron el grito en el cielo mientras Vigo caía en picado en favor del de su ciudad. Ni siquiera se inmutaron por los apoyos a compañías en Lavacolla y Alvedro. Ahora sí, porque temen que Peinador recupere los viajeros perdidos en Oporto.

¿Cuál es la receta que ha permitido a Sá Carneiro llegar a 8,1 millones de pasajeros en diez años?

Multiplicar por dos hasta 8,1 millones el número de pasajeros anuales en una década marcada por una profunda crisis económica no es un milagro. Detrás se esconde un intenso apoyo económico a líneas aéreas y un potente esfuerzo en materia de turismo en Oporto. Gobierno luso, asociaciones empresariales , de turismo y la dirección de Sá Carneiro han invertido millones de euros públicos para captar aerolíneas, la mayoría de "bajo coste". Y lo han hecho en tres vertientes. Por un lado, con la política de reducción de tasas aeroportuarias, algo que ha comenzado a realizar también AENA en los últimos años en España. Pero la clave está en los apoyos públicos que Portugal prefiere calificar de "incentivos" para alejarse de la ilegalidad que suponen las subvenciones a las compañías en el marco europeo. El eufemismo empleado en Galicia es "contratos de promoción turística".

Desde 2007 el Gobierno luso puso en marcha dos programas de apoyos a compañías denominados Initiative que acumulan más de 30 millones de euros a nivel nacional. La política de apoyos es clara. Gobierno y ANA (la AENA portuguesa) pagan hasta 550.000 euros por cada nueva ruta que abren las aerolíneas en Oporto. La cuantía oscila en función del mercado al que se vuele, los meses de operación y el número de frecuencias. Este sistema permite que prácticamente todas las compañías aéreas que inician operaciones en la terminal portuense estén primadas. Pero las ayudas van más allá y también se conceden por objetivos: se abonan entre 2,7 y 6,8 euros por cada viajero que transporten a Oporto. Por lo tanto, en Sá Carneiro sí se paga a aerolíneas.

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¿Cómo y cuándo comienza Oporto a captar viajeros en el área de Vigo?

Vigo estuvo siempre en el punto de mira de Sá Carneiro. Pero fue a partir de 2007, coincidiendo con el año histórico de Peinador (1,4 millones de pasajeros) y el arranque de los programas de ayudas a aerolíneas en Oporto, cuando inició su ofensiva. La terminal portuense captaba entonces solo 100.000 ciudadanos del área de Vigo. Probablemente la mayoría de ellos viajaban en TAP, que fue la primera compañía que vio el potencial de la ciudad y se puso a transportar vigueses en autobús a Oporto para llenar sus aviones. Ese año la dirección del aeropuerto firmó un acuerdo con la empresa de autobuses Autna, que puso cinco autocares diarios en cada sentido entre Vigo y la terminal portuense. La demanda continuó creciendo hasta la actualidad y, tras conseguir captar a más de 800.000 gallegos anuales, las líneas de esta compañía se prolongaron en los últimos años hasta Santiago y Ourense. El mensaje del director de Sá Carneiro, Fernando Vieira, durante la presentación de este servicio fue amigable. Ahí comenzaron los llamamientos a que los aeropuertos eran "complementarios". Ahí comenzaron también las potentes campañas de marketing de Sá Carneiro en el área de Vigo promocionando las decenas de rutas low cost de las que presumía. Años más tarde, en 2011, cuando Sá Carneiro ya había logrado alcanzar los 6 millones de viajeros y Peinador había caído por primera vez del millón, Vieria mantenía su mensaje conciliador. "Que los políticos definan la actividad de un aeropuerto no es bueno; dejemos trabajar al mercado", insistía entonces en una entrevista a FARO DE VIGO pese a los millones de "incentivos" que se estaban concediendo en su terminal. Y más recientemente fue el propio Rui Moreira el que no escondió lo que en Vigo era ya un secreto a voces y ante lo que la Xunta nunca reaccionó. Sacó pecho en A Coruña presumiendo de que la terminal de Oporto era ya la más grande de Galicia y compartiendo con el ex alcalde herculino, Carlos Negreira, que Alvedro y Sá Carneiro se complementaban. No así Peinador.

¿Por qué Peinador fue el único afectado? ¿Qué hizo la Xunta para evitarlo?

Evidentemente, la crisis económica repercutió. Pero ha sido igual para todos. Sin embargo, Lavacolla logró mantener sus estadísticas en el entorno de los dos millones de viajeros anuales. Sá Carneiro los multiplicó por dos. Alvedro se mantiene en el millón. Fue el mayor apoyo de la Xunta a compañías aéreas en Santiago, particularmente a Ryanair, lo que permitió que la terminal compostelana consiguiera aguantar. Pero la falta de la misma política autonómica en Peinador, el aeropuerto gallego que se estaba vaciando y el único que tenía capacidad para retener a los miles de gallegos que se fugaban por Sá Carneiro, provocó que tuviera que sufrir la competencia de Lavacolla por el Norte y de Sá Carneiro por el Sur. Esta presión espantó a buena parte de las aerolíneas que no recibían ayuda alguna y que, como Air France, se vieron incapaces de competir. La política centralizadora de la Xunta no logró retener al pasaje gallego en Galicia por no ver -o no querer ver- lo que se denunció desde Vigo reiteradamente: que el pasaje del Sur de Galicia se desviaban en masa a Oporto. Que Sá Carneiro estaba vaciando a Peinador.