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"Espero que no perjudique a nadie con mi decisión"

Diez días después de la brutal explosión de gas de la calle San Salvador el caso está policialmente cerrado.

La deflagración causó graves daños en todo el inmueble // M.G. Brea

El Colegio de Titulados Mercantiles en la calle María Berdiales fue el lugar elegido por Ramón González Sanz, víctima mortal de la deflagración de gas butano en su piso de la calle San Salvador que obligó a desalojar a 66 vecinos por los graves daños del inmueble, para dejar por escrito su intención de quitarse la vida y sus últimas voluntades. En las dependencias colegiales dejó un maletín y dos sobres con "intención de que fueran encontrados" por las secretarias, como así ocurrió, según fuentes de la investigación.

Responsables del Colegio profesional al que el fallecido acudía casi a diario para leer la prensa entregaron el maletín a la Policía al día siguiente de la brutal explosión. El contenido de los escritos viene a ratificar la investigación realizada por la Policía Científica: la deflagración no fue accidental, como inicialmente se creyó, sino que la propia víctima la causó aunque pudo ser de forma involuntaria.

Esto se desprende también de los manuscritos que dejó Ramón González y cuya autoría será certificada por un perito grafólogo. En una hoja dejó varias anotaciones sobre lo que pretendía a hacer y recalcaba que tenía que tomar una decisión, en lo que se interpreta como su intención de suicidarse dado el contexto de la misiva: "Espero que no perjudique a nadie con mi decisión", escribió. En otra nota, a modo de testamento abierto, deja preparado un reparto de sus bienes y a quien deja cada cosa.

Las dos notas corroboran otras pruebas que había hallado ya la Policía Científica y aclaran factores que no encajaban para los investigadores. Los agentes comprobaron la existencia de una gran bolsa de gas butano en la vivienda del fallecido y que las dos bombonas independientes que había en la cocina habían sufrido una pérdida enorme de gas, las dos a la vez. También que se había manipulado la instalación. Sin embargo hay una serie de incógnitas que no se aclararán nunca y es lo que hizo Ramón durante las horas que tuvo abiertas las espitas del gas butano esperando una muerte que no llegó así. Lo que está claro es que la deflagración se produjo en la cocina y que su cuerpo apareció en las proximidades. Tenía los pulmones llenos de gas y presentaba quemaduras, según la autopsia, lo que le sitúa en el punto de la explosión. ¿Encendió la luz para ver qué era lo que no había funcionado de su plan? Vecinos que conocían desde niño a Ramón están convencidos de que su intención era una muerte "dulce" con el gas, ya que al parecer en los últimos tiempos arrastraba una depresión. "No quiso hacer nada a nadie, sino morir de forma discreta, tal como él era y vivía. Nunca hubiera querido montar un pollo así. Se confundió y no supo hacerlo", asegura Flora Sacau, portavoz de los vecinos.

Comienzan las obras

Las obras de desescombro, reparación de pasamanos, colocación de puertas provisionales y reparación de la instalación de agua, luz y gas comenzarán hoy mismo en el edificio de San Salvador 6. Los vecinos, al menos hasta la quinta planta, confían en poder entrar en sus pisos y coger cosas que necesitan, pues salieron con lo puesto. En el hotel siguen más de 30 personas realojadas, si bien otras se han ido con sus familias y algunos piensan en alquilar una vivienda si se prolonga la situación.

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