Han pasado cinco días pero María del Carmen todavía no es capaz de sacárselo de la cabeza. No duerme bien, sufre ataques de ansiedad y tiene una continua sensación de intranquilidad. El pasado viernes, poco antes de las dos de la tarde y mientras ella se encontraba cocinando, el muro trasero de su parcela, de piedra y hormigón y casi tres metros de altura, no aguantó la fuerza del temporal y se vino abajo sepultando dos vehículos y dejando cuatro herido. "Aquello parecía un terremoto. Temblaba todo y escuché un ruido espantoso. Salí a fuera y ya vi que me faltaba la mitad del muro", recuerda, casi entre lágrimas la vecina de la calle Severino Cobas.

La sensación de impotencia fue tanto que al asomarse tanto ella como su familia y ver los coches aplastados creyeron que "se había muerto alguien, seguro".

"El miedo este que tengo no se cómo me lo voy a sacar. Menos mal que los vehículos venían de abajo y circulaban por el otro carril, que sino las consecuencias hubieran sido muchísimo más graves. Intenté ponerme en contacto con los accidentados pero me fue imposible", comenta María del Carmen, quien confiesa que minutos antes subió y bajó en varias ocasiones por esa cancilla de casa. "La vivienda tiene dos entradas, bajé y subí por la del muro un minuto antes de su caída", menciona esta vecina de Lavadores.

Los daños fueron tal que este tramo de 60 metros continúa cerrado al tráfico. Ella y su cuñada decidieron ayer acudir al Concello con la intención de citarse con el alcalde Abel Caballero y lograr que determinen la zona como catastrófica para solucionar el problema del desprendimiento cuanto antes. "Estuvimos en Urbanismo y ahí entregué todos los escritos. Además también les hice llegar el último informa técnico de la vivienda que pasamos hace seis años en el que indica que el muro que acaba de caer estaba en perfectas condiciones. Su derrumbe fue provocado solamente por la lluvia, y por ello pedimos que el Ayuntamiento nos ayude", relata esta viguesa.

La otra mitad del muro, la que es solo de hormigón, permanece en pie, pero el miedo de María del Carmen es que pueda venirse abajo en cualquier momento. "Nos mandaron realizarle agujeros a la pared para que filtrase el agua y así no tener problemas. Con el que cayó, el de piedra, no podíamos hacerlo y así terminó, tenía más de 50 años y nunca había pasado nada. Ahora sí, tenemos auténtico pánico de que el otro pueda venirse abajo también", lamenta esta vecina.

Por el momento ya han hablado con arquitectos para trazar un presupuesto que arregle su vivienda en caso de que no sea posible determinar zona catastrófica aunque reitera que las únicas causas de la caída fue el temporal.