La onda expansiva de la deflagración en San Salvador extendió los daños más allá del propio inmueble siniestrado. Una prueba de la potencia de la explosión de gas es que el balcón del piso del fallecido salió "literalmente" volando hasta acabar en la acera de enfrente, junto a un edificio varios de cuyos pisos también resultaron con desperfectos menores, principalmente en sus ventanas por la fuerza de los cascotes que impactaron contra ellas. A estos daños de "menor entidad" también se refieren los arquitectos de la Xerencia Municipal de Urbanismo en su informe, describiéndolos como "rotura puntual de vidrios en ventanas o balcones".

En la propia calle también hubo desperfectos, principalmente en vehículos estacionados y en el mobiliario urbano. Tres coches que estaban en el taller del bajo de la construcción de la deflagración resultaron asimismo con destrozos al caerles escombros encima.