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En clase, ni se come ni se chatea

La facultad distribuye un manual con recomendaciones sobre puntualidad, el uso de aparatos electrónicos o alimentos - "Son de sentido común", mantiene la decana

Dos alumnas consultan sus teléfonos móviles en clase.

Chatear por el móvil, consultar los resultados de la Liga o incluso llevarse la fiambrera al aula. La relajación de las normas básicas de convivencia entre algunos alumnos ha llevado a la Facultad de Ciencias del Mar a elaborar un decálogo de medidas de cortesía para que las clases se desarrollen con normalidad. "No tienen un carácter obligatorio, sino que son recomendaciones razonables, de sentido común. Vivimos absorbidos por la tecnología, todos tenemos dependencia del teléfono y a veces hay que recordar la necesidad de mantener ciertas formas", explica la decana, Belén Rubio.

Los estudiantes, sin embargo, consideran este manual de etiqueta "innecesario", ya que estos comportamientos "no son habituales". Aún así, el documento, que ha sido aprobado en junta de facultad, indica que los teléfonos deben permanecer en silencio y califica de "inaceptable" chatear o navegar por internet. "Es una actividad indiscreta y grosera. Es como ir a clase, abrir el periódico y poner los pies en la mesa", compara.

Siguiendo este estilo cercano e incluyendo ejemplos muy ilustrativos, el código de conducta también recuerda que portátiles y tabletas solo deben ser usados con fines académicos. "Consultar los resultados deportivos, hacer compras o navegar lúdicamente es una falta de respeto hacia el profesor y hacia vuestros compañeros", censura.

Introducir comida es otra de las prohibiciones generalizadas en la universidad, pero en ocasiones el apetito no entiende de horarios. "Tienen cada vez menos tiempo y a veces entran con un café o una chocolatina. Vamos siendo cada vez más permisivos y, al final, algún profesor se ha encontrado con un alumno que llegó con su tupper dispuesto a comer allí", comenta Rubio.

Las reglas para garantizar una buena convivencia figuran en la normativa interna de muchos centros y universidades. La Facultad de Ciencias Experimentales de Huelva, por ejemplo, fija de forma expresa la prohibición de utilizar dispositivos y de comer en clase, mientras que la Rey Juan Carlos considera falta leve -y como tal merecedora de una amonestación o privación temporal de acceso al aula- la ingesta de alimentos o el uso de móviles.

En el caso de la facultad viguesa, el código de conducta no es coercitivo, aunque recuerda que el profesor puede pedir a un alumno que abandone la clase si su comportamiento es inaceptable e incluso hacerlo él si se producen interrupciones de forma continuada. En este caso, el docente puede reservarse el derecho de considerar el contenido por explicado e incluirlo en el examen.

El objetivo del decálogo no es otro que los alumnos de Ciencias del Mar saquen el mayor partido de sus clases: "Si hay ruido, sois los que más perdéis. No solo tiempo y dinero, sino que además reducís considerablemente la calidad de la docencia que recibís". Además, el documento les recuerda que estas medidas están relacionadas con el "comportamiento profesional" que se esperará de ellos en el futuro.

Otros puntos incluidos recomiendan a los estudiantes que no recojan ni abandonen el aula antes de que acabe la clase o que adviertan al profesor con antelación de sus ausencias. Asimismo, aconsejan a los alumnos ser "especialmente corteses" con los estudiantes foráneos y subrayan que el ámbito académico requiere "los más altos estándares morales" respecto a la diversidad de género, origen, religión y orientación sexual.

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