Un estudio realizado en la Universidad de Vigo por la investigadora Belén Gómez ha obtenido componentes prebióticos a partir de los residuos agroalimentarios que resultan de la elaboración de zumos, sidras y azúcares. Además de valorizar estos subproductos -pulpas de cítricos, remolacha azucarera y bagazo de manzana- y de aportar beneficios para la salud, su trabajo propone el uso de tecnologías medioambientalmente limpias, sostenibles y escalables.

Los componentes prebióticos son cada vez más populares y se utilizan en los denominados alimentos funcionales para promover el crecimiento o la actividad de distintas bacterias positivas en la microbiota intestinal. En su tesis de doctorado, Belén Gómez desarrolló procesos de obtención de mezclas purificadas de oligosacáridos, en concreto pectooligosacáridos (POS), susceptibles de ser utilizados con esta función en la alimentación humana y también animal.

El trabajo, dirigido por José Luis Alonso, Juan Carlos Parajó y Remedios Yáñez, se enmarca en una de las líneas principales del grupo de Ingeniería Química EQ-2, con sede en la Facultad de Ciencias del campus de Ourense.

La autora indica que España es el cuarto país productor de naranjas, con una producción anual de casi 3 millones de toneladas en 2012. El 19% se destinó a la transformación, sobre todo, a la elaboración de zumos. Respecto a la producción de limón y manzana, un 25 y un 35%, respectivamente, corresponden a subproductos. Y en el caso de la remolacha azucarera se obtuvieron casi 160.000 toneladas de bagazo o pulpa seca en 2012.

Los cultivos con POS se compararon favorablemente con prebióticos comerciales (fructooligosacáridos) y los obtenidos a partir de remolacha presentaron una mayor capacidad de beneficio para la salud -poder bifidogénico-, además de generar más ácidos grasos de cadena corta. Al utilizar compuestos de pulpa de naranja se obtuvo un mayor incremento en la población de lactobacilos, muy importantes en la regeneración de la flora intestinal.