La Audiencia viguesa prosiguió ayer el juicio contra tres directivos de una empresa de Madrid propietaria de la marca de vestidos de novia Novissima acusados de estafar a la diseñadora María Moreira y a su hija Andrea, esta última dueña de la firma de Gondomar con el taller donde se elaboraron los bocetos, patrones y prototipos de los trajes nupciales, de fiesta y de ceremonia objeto de este pleito. Como hizo el martes la diseñadora, su hija reiteró ayer que la sociedad madrileña se quedó con los diseños y comercializó varios de sus modelos sin abonarles lo pactado por las ventas en los contratos suscritos.

También declararon dos empleadas del taller, una asistente de diseño y una modista, que certificaron la versión de las querellantes de que recibieron el encargo de una empresa de Madrid -"había más carga de trabajo", recordaron-, a la que se les "entregaron" los trabajos. "Esos vestidos son los que confeccioné, me dieron trabajo esos tirantes", afirmó una cuando le mostraron en sala fotos de los trajes comercializados por los acusados. Otro traje lo recordaba por los volantes. "Hubo que hacerlos varias veces", dijo. También se leyó la declaración en Instrucción de otra trabajadora ya fallecida.

La vista sigue el 2 de febrero, con más testigos y el experto que hizo el informe pericial de los vestidos. La fiscal no acusa al considerar que el delito, que estima en su tipo básico, prescribió. La acusación particular acusa del tipo agravado, que en este caso no está prescrito, al considerar que concurren dos circunstancias, una el estado económico en que quedó la víctima, cuya empresa tuvo que cerrar. Los acusados niegan la estafa.