A pesar de que son muchos los negocios que han cerrado sus puertas, todavía quedan algunos 'valientes' que luchan por mantener a flote su negocio. Es el caso de Rosa Rocha, dueña de la tienda de regalos Rocha.

La comerciante reconoce que llevan meses de pérdidas pero se mantiene a la espera de que otorguen un uso al edificio del Xeral. "Es a lo único que me aferro, pero si pasa mucho más tiempo y la situación no cambia, tendremos que cerrar. Ya no tenemos beneficios, ni ganamos nada, solo sobrevivimos", lamenta.

Eugenio de la Iglesia lleva 33 años trabajando en la cafetería del Hospital Xeral, que a diferencia del centro sanitario, no ha cerrado al tener un contrato en vigor. "A nadie le ha caído tanto la clientela como a nosotros. Antes solíamos servir cerca de 300 menús diarios, ahora no llegamos a los 15. Éramos 8 trabajadores y solo quedamos 2 y tenemos el horario partido, es decir, de 9.00 a 17.00 horas", admite el trabajador. Misma situación atraviesa la camarera del Bar Saratoga. Se mantienen gracias a sus clientes del barrio y a que sellan loterías. "Creo que las apuestas es lo que nos mantiene abiertos", explica la empleada.

María Teresa Rivera, del Bar Navío, servía almuerzos y comidas a trabajadores del Xeral, Cíes e incluso de A Doblada. "Se me fue más del 80% de mis clientes. El local es nuestro y no podemos irnos a otro porque quién nos compraría este. Solo nos queda aguantar, sobrevivir y confiar en que le den usos al edificio", reconoce la hostelera.