No basta con llevar un halcón a O Berbés para que las gaviotas huyan espantadas. En el departamento de Medio Ambiente de la Autoridad Portuaria han sido testigos de la especial dificultad que entraña al adiestramiento de las aves rapaces para que patrullen en este entorno acuático sin riesgo de perecer en el intento. "Llevamos un año sin incidencias", subrayan.

A diferencia de lo que ocurre en el aeropuerto de Vigo, las edificaciones intercaladas entre las láminas de agua constituyen una trampa mortal para los halcones, sobre todo, de noche. "Por eso al principio algunos por poco se ahogan. Acabaron en el agua al confundirla con el suelo", razona Álex.

Cuando sucede esto, más que por ahogamiento, los halcones pueden fallecer por hipotermia. Con el entrenamiento específico que han recibido ya no se caen y si así fuera está preparado el "instrumental de salvamento", consistente en un calefactor portátil. Después de conseguir que se habitúen al mar, el siguiente paso del adiestramiento pasa por acostumbrarlos a un ambiente donde trabajan diariamente 10.000 personas y circulan 4.000 vehículos. "Son tímidos por naturaleza y al principio se estresan con facilidad", apunta Álex.