El plomo es uno de los metales pesados de mayor importancia que pueden contener los suelos urbanos por sus posibles efectos neurotóxicos, en especial, en el caso de los niños. Rodríguez Seijo cuenta con un trabajo previo referido a este único elemento que apareció publicado en Environmental Science and Pollution Research y en el que recurrió a los equipos del centro Cacti del campus para aplicar la técnica de análisis de isótopos.

"Es cara y compleja por lo que solo utilizamos 17 de los 36 suelos para identificar sus fuentes. La principal es el plomo que contenían las gasolinas hasta el año 2000. El promedio fue del 43,5%, aunque en algún caso su contribución fue del 89%. Es evidente que su eliminación de los combustibles supuso una mejora en la calidad medioambiental", destaca.

El plomo presente de manera natural supone un 39,1% mientras que el originado por fuentes industriales constituye un 17%, porcentaje que se eleva hasta el 82% en el entorno de Citroën.

Todos estos resultados podrían completarse con el estudio de más suelos y contaminantes. "Por ejemplo, con más financiación tendríamos la posibilidad de analizar el contenido en hidrocarburos aromáticos policíclicos, un compuesto orgánico persistente y de interés prioritario desde el Convenio de Estocolmo de 2001. El problema es que no disponemos de la técnica en el equipo y enviar las muestras a otro laboratorio sería muy caro. El coste de 13 muestras estaría entre 1.300 y 2.200 euros", plantea.