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Jóvenes talentos en la Sinfónica del Conservatorio de Vigo

El auditorio de Beiramar acogió el concierto de los ganadores del "Cidade de Vigo"

Para los ganadores del Concurso Cidade de Vigo de violín y violonchelo, tener la oportunidad de tocar como solistas con una agrupación sinfónica es el mejor premio que les podrían ofrecer. Para los componentes de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de Vigo, actuar en una gala de este nivel supone una ocasión excepcional para poner a prueba su capacidad de adaptación a la hora de acompañar a estos músicos. Una simbiosis perfecta que les ofrece este certamen y de la que ayer disfrutaron en el Mar de Vigo.

La Asociación Galega de Instrumentos de Corda (AGIG) es la que hace posible este encuentro, en colaboración con el conservatorio superior y el Concello y el patrocinio de Ibercisa. Es el cuarto concurso que organiza el colectivo, que entiende los certámenes como "un paso muy importante en l proceso de desarrollo en Galicia de esta especialidad instrumental que representa la masa mayoritaria de las sinfónicas".

GALERÍA | Un momento de la actuación de la Sinfónica del Conservatorio // Adrián Irago

Desde la experiencia en estas lides, los ganadores de la pasada edición y sus familias aplauden tanto el modelo escogido para este concurso, que permite unas valoraciones "más justas", como el "buen ambiente" con el que se encontraron y que, según comentan, no suele ser demasiado habitual en estas citas.

A pesar de su edad, estos cinco talentos ya pueden presumir de un amplio currículum y les vaticinan un gran futuro. Al benjamín, Ekhi Martínez Imai, le viene en los genes. Su padre, Arkaitz, que hoy es viola en la Orquesta Sinfónica de Castilla, conoció a su madre, la violinista Nanako, en la de Castilla y León. Becado durante dos cursos como "alumno excepcional" del conservatorio de Irún, Ekhi ha ganado premios internacionales como el de Pozuelo o "Violines por la Paz". "No hay muchos concursos de este [el de Vigo]", analizan desde el conocimiento. "El ambiente es amistoso y valoran mucho que la gente se presente", describe Imai, que también aplaude que no se mezclen instrumentos en la misma categoría y que haya obras obligatorias, como criterios para que sea más fácil juzgarlos. Para este músico profesional el premio es "increíble". "Hay pocas oportunidades así", asegura.

Inés Issel, estudiante de la Cátedra de violín Telefónica en la Escuela de Música Reina Sofía, toca desde los 5 años. Le robaba el violín con el que su madre, Ivvona, daba clase. "Una alumna mía le regaló uno de plástico, pero se puso a llorar cuando vio que no sonaba y tuvimos que comprarle uno pequeño", recuerda. Inés destaca el XIII Concurso Internacional en homenaje a Lipinski Y Wieniawski, en Polonia, entre sus logros. "Éramos 50 personas de 24 países", resalta esta madrileña a la que le gusta competir. "Es un estímulo", explica. Les gusta el de la Ciudad de Vigo porque los violines se miden con violines.

La madre de José Luis Fraguas, la escritora Rosa Amor, soñó un día que su hijo iba a ser violinista y acertó. Con solo cinco años, este madrileño se trasladó a Francia al ser aceptado en una escuela para estudiantes avanzados. Tras ganar numerosos premios con este instrumento, se introdujo también en la dirección de orquesta. Su idea es "llegar a solista internacional". Los concursos, para él, son "una manera de entrenar el sistema nervioso". "Si estás tranquilo, es que no te importa", entiende. A ambos les parece "una maravilla" el Cidade de Vigo porque "trata muy bien a los concursante", es "bastante justo" y no se respira el habitual ambiente de "mala leche" de otros.

A la madrileña Sara Molina, premio extraordinario fin de grado, ganar el año pasado este certamen le "animó mucho". Compagina el violín con el grado de arquitectura, lo que le deja pocas horas de sueño. Lamenta que la gente entienda el primero como un hobbie y el segundo, como su futura profesión, cuando para ella es al revés: "Se le da muy poco valor a la música". Su madre, Paloma, espera que no tenga que emigrar para cumplir su sueño, pero teme que sea lo más probable. El madrileño Guillermo Ortega, también actuó ayer como ganador de la categoría de violonchelo.

Para los alumnos que componen la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de Vigo, la cita es también una gran oportunidad. "Es una experiencia diferente" que les sirve para entrenar su capacidad de adaptación a solistas que vienen de fuera y a los que no les tienen cogido el punto como puede suceder con otros del centro, explican los miembros de percusión: "Jesús Álvarez, Adrián Alonso, Noelia Leite y Noel de Dios. Isis y Zoe Figueras y Ángela Filgueira añaden: "Es muy importante que haya citas como esta, porque nos interesa que la cultura y la música se muevan en Vigo".

Ekhi Martínez Imai y Familia - Ganador violín, grupo A (13 años)

"Tocar como solista con una sinfónica es un premio increíble, hay pocas oportunidades así"

José Luis Fraguas y su madre, Rosa - Ganador violín, grupo B (17 años)

"Estas citas son buenas para entrenar el sistema nervioso; si estás tranquilo es que no te importa"

Inés Issel y su madre, Ivvona - Ganadora violín, grupo B (14 años)

"El modelo del concurso está muy bien porque no mezclan instrumentos y se juzga mejor"

Sara Molina y su madre, Paloma - Ganadora violín, grupo C (19 años)

"Los certámenes son una motivación y ganar este me animó mucho"

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