Los responsables del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC saben que aun agilizándose el proyecto para su traslado a la ETEA la mudanza no se produciría antes de 2020. Un plazo demasiado largo para aguantar en Eduardo Cabello sin acometer mejoras mínimas para que su plantilla -solo el personal científico totaliza 36 personas- investigue con los mínimos estándares de calidad. De ahí las actuaciones realizadas en los últimos meses por valor de 300.000 euros procedentes de fondos Feder (UE).

Denominadas en el proyecto como de "optimización y mejora de instalaciones para la experimentación animal", las obras en el inmueble anexo consisten en un "lavado de cara general" -en palabras del gerente del instituto, Jesús Mirón- de los numerosos acuarios donde ensayan con distintas especies". Cuando éstas concluyan se ejecutarán otras en el inmueble central que buscan adecentar y redistribuir los espacios de trabajo. "Es una puesta a punto; la última reforma se hizo en 1991", justifica el director, Antonio Figueras, sobre unas obras que, recalca, "son de transición mientras se lleva a cabo el proyecto de la ETEA". Con este dinero comunitario también comprarán equipos que "podremos aprovechar para Teis", concluye.