El ajetreo de paquetes durante el viernes y el sábado anticipaba el éxito. El Banco de Alimentos recogió ayer cerca de 270.000 kilos de comida, cinco mil más de lo que se había propuesto. Aunque las cifras todavía no están cerradas, superar la barrera propuesta ya les ha supuesto una enorme satisfacción. "Estamos profundamente emocionados", confesó el presidente del Banco, Pedro Pereira.

Los vigueses hicieron gala ayer de su generosidad. Si el viernes inundaron las calles para realizar las primeras compras de navidad, ayer las bolsas que más llenaron fueron las del Banco de Alimentos. Galletas, pasta, arroz y miles de productos básicos rebosaban en carros y cajas de los 133 supermercados que han participado en esta ocasión en la recogida. "Es la campaña más importante del año y la mayor desde que organizamos la Gran Recogida", explicaba a la puerta de uno de estos negocios el coordinador de la campaña, Iván Martínez. "Es complicado", reconoce, "pero la gente tiene muy buena voluntad y eso se nota, todos aportan lo que pueden". Martínez lleva tres años colaborando con la fundación y asegura que a pesar del esfuerzo continúa haciéndolo porque "es una cosa que te engancha y entusiasma por la finalidad que tiene".

Como él, 1.500 voluntarios ayudaron al Banco de Alimentos a conseguir su objetivo. Entre ellos están Aitana Lago y Carla Ferreira, tienen 15 y 16 años y no es la primera vez que participan en esta iniciativa. Su labor es recoger y clasificar la comida que entregan los donantes. Participan a través de su colegio, Calasancias, y junto a ellas profesores y demás compañeros se reparten por diferentes puestos de la ciudad. Quieren animar a otros jóvenes a unirse en futuras recogidas. "Puedes pensar que la gente sigue un estereotipo, pero hay personas que dan un carro entero de comida y te sorprenden, eso es muy bonito", asegura Lago. Ferreira ha estado también ayudando en los almacenes del Banco de Alimentos, viendo pasar kilos y kilos de comida. "Pero aún así sabes que no llega y ahí te das cuenta de cómo está el mundo y de lo necesario que es esto". El Banco de Alimentos repartió el año pasado 1,3 millones de kilos de productos.

Los vigueses no dejaron ayer de donar. María acaba de acercarse a los voluntarios con un carro repleto de comida. Lo quiere ceder "todo" porque dice que está en una posición económica que le permite hacerlo. "Mañana no sé si me puede hacer falta a mí", añade. Considera que la acción de la fundación es indispensable: "Me parece una maravilla, ojalá se hiciera más veces porque yo veo que la gente colabora y me gustaría hacerlo más veces".

Como María, Pedro Herbás también quiere ayudar y se acerca al puesto de recogida con varios productos. "Nunca había visto tanta gente dejando bolsas", señala.

Herbás dejó entre, otras cosas, turrón. Muchos donantes acompañan de artículos navideños a los productos básicos, "porque todo el mundo tiene derecho a pasar una buena Navidad", argumentan. La responsable este puesto, la profesora Cristina López, explica que todos los productos son bienvenidos. Entre las bolsas de comida asoma un artículo infantil. "Son cosas muy caros pero le pedimos a la gente que si puede también compre alguno", reconoce López. Después de tres años participando se sorprende de la gran cantidad de personas que colaboraron este año: "La recogida ha ido fenomenal, estuvimos trabajando el viernes y hoy todo el día y es increíble la cantidad de productos que nos dejan".

Junto a ellas están también sus alumnos. Recalca que al final de las jornadas los chicos sólo preguntan cuándo volverán a repetir experiencia: "Tenemos incluso alumnos que ya no están en el colegio que nos llaman para saber si pueden venir".

Un largo proceso

La donación es el acto más importante de la cadena de solidaridad que pone en marcha el Banco de Alimentos. Pero todos los eslabones son importantes para que los productos lleguen a su destino, 25.000 familias que viven gracias a esta ayuda. El coordinador de la campaña, Martínez, explica que "la logística es lo más complicado". En el punto de recogida se clasifican los alimentos en bolsas de cinco kilos y se deja siempre la leche aparte. Sumando kilos y gramos están las voluntarias quienes cuentan además cuántas bolsas cierran.

Cuando las cajas están ya rebosando se trasladan a la sede central del Banco de Alimentos. Una vez allí deben ser pesados y distribuidos por el almacén, una tarea que también realizan voluntarios.

Unas 150 asociaciones de toda la provincia irán solicitando la comida al Banco según sus necesidades. Así hasta que las estanterías se vacíen aproximadamente en primavera, según cálculos del Banco de Alimentos. Son las organizaciones locales las que dan directamente el alimento a las personas que más lo necesitan, concluyendo la cadena de solidaridad.