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Vigo "bautiza" una nebulosa planetaria

El estudio de Alba Aller realizado en la Universidad y el Centro de Astrobiología de Madrid incluye el hallazgo de un objeto que ya se conoce con las iniciales de sus descubridores

Cada vez que una estrella se muere origina una auténtica explosión de formas caprichosas y colores que constituye uno de los más bellos espectáculos con los que nos deleita nuestra galaxia. Se conocen unas 3.000 nebulosas planetarias en la Vía Láctea, una cifra considerada ínfima y más aún en el campo de las subenanas calientes. Del alrededor del millar catalogadas, solo se han identificado 18 de ellas con nebulosas, la última gracias a una investigación realizada por la astrofísica Alba Aller a caballo entre la Universidad de Vigo y el Centro de Astrobiología (CAB) de Madrid.

El fenómeno afecta a las estrellas de masa baja -entre 0,8 y 8 veces la del Sol- cuando, llegado el final de su vida, eyectan las capas más externas de su atmósfera generando unas nubes de polvo y gas que perduran decenas de miles de años. "Estudiar la muerte en directo de una estrella es algo espectacular y además es el destino de nuestro Sol, que acabará formando una nebulosa dentro de 5.000 millones de años", destaca la autora, zaragozana de origen aunque de padre gallego.

Formada en la universidad de su ciudad natal y en La Laguna, Aller comenzó este trabajo de tesis en el campus de Vigo, tutorizada por los astrofísicos Luis Felipe Miranda y Ana Ulla, y lo continuó en el CAB junto al tercer codirector, Enrique Solano. Además su doctorado tiene mención internacional y el año pasado realizó una estancia en la ciudad mexicana de Ensenada.

Inició su investigación con el propósito de aportar nuevos conocimientos sobre la evolución de las subenanas calientes y determinar si ese 3% que tienen nebulosas constituyen la regla o la excepción.

Para ello, analizaron más de un centenar de imágenes obtenidas en tres observatorios: Calar Alto (Almería), Sierra Nevada (Granada) y Roque de los Muchachos (La Palma). Solo lograron descubrir una nebulosa de una estrella ya identificada y aunque tiene su nomenclatura oficial -2M1931+4324- la comunidad científica ya la ha bautizado como AMU 1 en honor a los tres autores del artículo en el que la describieron: Aller, Miranda y Ulla.

Los astrofísicos centraron su estudio en este hallazgo y en las otras 17 nebulosas conocidas para concluir que todas presentaban características comunes: "La mayoría están muy evolucionadas, son viejas y, por tanto, muy débiles. Y casi todas pertenecen a sistemas binarios, formados por dos estrellas".

"Las imágenes de nebulosas muestran estructuras muy complejas y resulta complicado determinar cómo se crearon. En la actualidad hay un debate sobre este tema y nuestros resultados refrendarían la hipótesis de que todas están asociadas a sistemas binarios porque cuando una estrella eyecta sus capas externas lo esperable sería una nube esférica. Es un campo que está empezando a ser estudiado ahora", explica Aller.

Su estudio también revela que algunas nebulosas son deficientes en elementos pesados -no presentan todos los compuestos químicos que se le podrían suponer-, lo que significa que pudieron formarse en los momentos iniciales de nuestra galaxia, la Vía Láctea.

"El hecho de ser objetos muy viejos y también pobres en metales podría indicar que muchas nebulosas ya son tan extremadamente débiles que no seremos capaces de observarlas", concluye Aller.

Esta avanzada edad es lo que convierte la búsqueda de nebulosidad en una tarea tan difícil. Los investigadores obtuvieron sus imágenes del espacio profundo con tiempos de exposición de media hora y después las combinaron para obtener mayor profundidad. Y aún así solo localizaron la AMU 1.

Catálogo virtual

El hallazgo supone una aportación de gran interés a un campo inexplorado desde la década de los ochenta. Además, Aller ha hecho otra contribución a la comunidad científica elaborando un catálogo de estos objetos para el Observatorio Virtual Español, cuya sede está en el CAB.

"Es una plataforma on line que ofrece herramientas y servicios para que grupos de todo el mundo puedan trabajar con datos astronómicos de telescopios de tierra y espaciales. No existía un censo de nebulosas planetarias actualizado, el último es de 2001 y, como parte adyacente de la tesis, desarrollé un catálogo que aumenta desde los 1.500 a los 3.000 objetos conocidos", detalla Aller.

A finales de diciembre, la investigadora se marchará a Chile para realizar una estancia postdoctoral en el Instituto de Astrofísica de la Universidad de Valparaíso. Allí se centrará en la binariedad de las estrellas centrales de las nebulosas: "Estoy muy contenta y con muchas ganas de empezar. De las 3.000 nebulosas, se ha confirmado que 50 son binarias pero podrían serlo todas. Utilizaré una gran muestra en la que estarán incluidas las 18 de la tesis. ".

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