Los pacientes con enfermedad mental grave no fallecen por este motivo. Lo hacen, sobre todo, por infartos y otras enfermedades cardiovasculares. El grupo de enfermedades neurodegenerativas y patologías mentales del Instituto de Investigación Biomédica Galicia sur ha demostrado que, entre estas personas, es "significativamente" más habitual sufrir síndrome metabólico -conjunto de factores o enfermedades que aumentan la probabilidad de sufrir un ataque, cardiopatías, accidentes cerebrovasculares...-. La comunicación en la que han recogido los primeros resultados de esta investigación están recogidos en una comunicación -enmarcada en la tesis doctoral de la enfermera María del Carmen Vallejo- fue premiada como la mejor del III Euro Nursing & Medicare Summit, que se celebró en Valencia. El neurocientífico Carlos Spuch, director de la tesis, destaca que es una investigación que tiene inmediata aplicación práctica para los pacientes. Ellos, ya están poniendo a hacer ejercicio a los suyos.
El impacto social, emocional y económico de las enfermedades mentales graves provocan cambios en el estilo de vida de los pacientes que están asociados a factores de riesgo como el tabaquismo, la obesidad, la diabetes o la hipertensión. A ello hay que añadirle los efectos secundarios de los fármacos que deben consumir para evitar los brotes.
Para investigar si es más habitual el síndrome metabólico entre estos pacientes, analizaron 89 casos: 54 usuarios de la Unidad de Salud Mental del Chuvi, 15 de su centro de día y otras 20 personas. La mayor incidencia la registraron en los diagnosticados con esquizofrenia, más de una cuarta parte de ellos lo sufren. En general, concluyeron que la prevalencia es "significativamente más alta" entre las personas con enfermedad mental grave.
Con estos resultados, animan a que, en la práctica clínica se establezcan protocolos para detectarles este síndrome y poder darles el tratamiento más adecuado. "El mejor de todos -subraya Spuch- es el ejercicio". No solo para mejorar su estado físico y reducir el riesgo vascular, sino también para beneficiar al cerebro. Explica que las hormonas que libera de forma natural el tejido adiposo -grasa- del estómago durante el ejercicio entran en el cerebro y, no saben cómo, mejora el estado cognitivo. Ya lo demostró en pacientes con alzheimer. Ahora quiere hacerlo con enfermedades mentales graves. Esa es la segunda fase de este proyecto, que concluirá en noviembre.
Están poniéndolo en práctica con un grupo de veinte pacientes de la Unidad de Salud Mental del Chuvi. No se trata de sustituir los fármacos, que sirven para evitar los brotes, sino que se combinan con hábitos de vida saludables -cambios en la alimentación- y deporte como "potencial tratamiento para el sistema nervioso central". De hecho, el ejercicio también facilita que no abandonen la medicación al paliar sus efectos secundarios.
Así, después de que el psiquiatra les pautara la medicación, la enfermera María del Carmen Vallejo guió a estos veinte pacientes en hábitos de vida saludables -cambios en la alimentación, fundamentalmente- y los puso a hacer ejercicio: caminatas desde el Nicolás Peña hasta el final de la avenida de Castelao. Con entradas del Celta y otros regalos, premian cada mes de continuidad en el programa. Previamente, les han hecho análisis para constatar los cambios. El objetivo es lograr que el Chuvi financie un programa de ejercicio físico, con la contratación de enfermeras y fisioterapeutas.
