A Carlos Filgueira le tienen que operar de una válvula del corazón, intervención por la que espera desde el mes de junio. La programaron para el viernes 9 de octubre. Cuando ya estaba sobre la mesa del quirófano y ya empezaba a sentirse un poco adormilado por la anestesia, le dijeron que no podían continuar. Está esperando a que vuelvan a citarlo desde entonces. "A parte de la propia enfermedad, pasar por esto es un castigo psicológico", lamenta.

La suya era la segunda operación de Cirugía Cardíaca programada para ese día. Cada servicio recibe cinco cajas de instrumental quirúrgico esterilizado al día. Una de ellas la habían utilizado con el primer paciente del día. La segunda, que abrieron con Filgueira en quirófano, tenía material sucio. La tercera y la cuarta, también. La quinta la tienen que reservar por si llega un caso que tengan que intervenir de urgencia. Así que se vieron obligados a suspender la operación de Carlos. "Me dijeron que era por que venía mal el material y que no podían arriesgarse", recuerda.

Como entraban en un fin de semana que se alargaba con el festivo del 12 de octubre y la huelga del día siguiente, le enviaron a casa. Ese martes 13 le llaman para que ingrese al día siguiente a las 13 horas, pero un par de horas antes le avisan de que Cirugía Cardíaca cancela todas las operaciones programadas de esa semana por los fallos de esterilización en el material. Solo realizan las urgentes. Carlos espera que esta semana sí que puedan volver a citarlo, pero reconoce que va "con miedo" a que vuelva a suceder lo mismo.