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Histórica compra de una isla

Martín Echegaray Olañeta adquirió en octubre de 1910 Toralla, el lugar donde se negoció la puesta en marcha del tranvía

Toralla, la isla salvaje y deshabitada que se convirtió en urbanización de lujo

La isla de Toralla inició hace 115 años uno de sus periodos con mayor historia. Martín Echegaray Olañeta, un vigués que se hizo rico tras emigrar a Argentina, le compró la propiedad a Enrique Lameiro, que la había adquirido en 1895. Este, a su vez, se la había comprado a Dolores Elduayen, sobrina y heredera del Marqués de Valladares. Precisamente Francisco Javier Martínez, nombre del marqués, había logrado en 1836 hacerse cargo de la isla tras la decisión del Gobierno de liberar muchas propiedades que pertenecían a la Iglesia. El Obispado de Tui era el que tenía el registro oficial de la isla.

Martín Echegaray compró un recinto que antes había sido la sede de una empresa de cordelería y también de una fábrica de conservas. En la zona existía además un yacimiento de gran valor, que hoy en día no está visible. Se dice que quedó sepultado por las edificaciones que se realizaron varios años más tarde.

En 1910 se inició una etapa que tuvo muchos momentos importantes. Uno de los más llamativos se produjo el 11 de agosto de 1911. Un grupo de influyentes personas de la sociedad y empresarios vigueses se reunieron allí para la puesta en marcha de una sociedad que permitiera la instalación del tranvía en Vigo. Fue la primera reunión de las muchas que se celebraron. El proceso para que la ciudad tuviera ese transporte público duró tres años.

La isla de Torralla era una zona restringida. Se usaban embarcaciones para poder acceder al recinto. Eso le dotaba de una privacidad. Martín Echegaray dio un primer paso para abrirla al público. Pero con condiciones. Organizó visitas, pero había que pagar 2,50 pesetas. Fue una decisión polémica, según cuentan las crónicas de la época.

Su privilegiada situación también tuvo importancia durante la Guerra Civil. Allí se ocultaron algunas personas que se consideraban perseguidas. Permanecieron durante muchos meses y recibieron la ayuda de los vecinos de O Vao. Su presencia allí era considerada como de alto riesgo. Varios fueron fusilados por el régimen franquista.

Con el paso de los años se desarrolló su urbanización. Fue también en el mes de octubre de 1965 cuando se formaliza la venta a José Manuel Kowalski y Mercedes Peyrona. No resultó sencilla la tarea de adquisición. Tuvieron que negociar con casi treinta personas, los herederos del Marqués de Valladares. Poco después se constituyó la sociedad Toralla S.A.

Se inició a partir de entonces su urbanización, cargada de polémica y multitud de debates. Se encargó el diseño y la construcción del actual edificio que tiene 70 metros de altura. Lo inició Xosé Bar Boo, pero abandonó el encargo tras mostrar su disconformidad con las peticiones que le realizaban. Consideraba que era demasiado grande. Con alguna modificación, finalmente se construyeron las 136 viviendas, a la que años más tarde se añadieron otros 34 chalets.

Después de aprobarse este proyecto, los propietarios presentaron una solicitud para construir también lo que se llamaría el "Edificio Parque". No logró la licencia municipal, por lo que recurrieron al Tribunal Supremo que les dio la razón. Firmaron un compromiso con la Sociedad de Salvamento Marítimo para instalar en la azotea de la torre principal los elementos necesarios para garantizar las comunicaciones.

Se tomó la decisión de construir el puente que facilitara la comunicación con O Vao. La infraestructura costó 400 millones de pesetas, según algunos documentos. Solo podrían acceder al recinto los invitados de los propietarios y sus familiares. Esta situación se prolongó durante muchos años hasta que Antonio Nieto Figueroa, Leri, inició una campaña para que fuera de uso público. Lo logró en los años 90.

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