Personal sanitario, pacientes y vigueses en general no son los únicos que lloran el cierre del Xeral. Con el traslado de la atención sanitaria a Beade, aparecen los primeros daños colaterales: los comercios del barrio de Casablanca.

Dueños y propietarios de dichos establecimientos contaban con que la situación iba a empeorar una vez cerrarse el hospital pero nunca se imaginaron que sería tan grave.

"Nosotros hemos perdido el 95% de nuestra clientela habitual. Decían que si dejaban algo en el Xeral, luego que no, hay una desinformación terrible y nosotros ya no sabemos qué hacer con nuestros negocios", explica el dueño de la cafetería Benidorm. Como él, muchos otros comerciantes de la calle Pizarro y alrededores se encuentran al límite. "Esta calle parece ahora un pueblo, no ves coches, no ves gente, perdimos alrededor del 60% de nuestros clientes, el bajón ha sido brutal", revela Odete Afonso, empleada de la cafetería Pirulí.

Ante esta situación, los comerciantes no han dejado pasar la oportunidad de pedir explicaciones y demandar el uso de las instalaciones del Xeral para determinados servicios sanitarios. Por ello, desde la asociación de comerciantes de la zona se han puesto en contacto con el Concello y mañana mantendrán una reunión con el alcalde de Vigo, Abel Caballero, parra buscar una solución a su 'asfixiante' problema. Sus súplicas no van a quedar ahí, ya que también instan a la Consellería de Sanidade y a la Xunta que dote de contenido al edificio del Xeral. Aseguran que en el momento del traslado no se pensó en ellos por lo que ahora demandan un remedio al inminente cierre de negocios en la zona. Subrayan además que en el proyecto inicial el edifico iba acoger mayor número de servicios de los que en principio se van a instalar, por lo que confía en una mayor acogida de áreas y servicios sanitarios en el 'Piruli'.

De momento cuentan con la esperanza de que el Punto de Atención Continuada (PAC) que sí se va a implantar en el Anexo II devuelva un poco de vida al barrio vigués. "Con la marcha de las consultas notamos el bajón, pero ahora con el cierre completo la situación es horrible. Pedimos que no nos abandonen y que piensen un poco más en nosotros los comerciantes. Esto es lo que reclamamos y esperamos que nos escuchen" , reivindica la quiosquera Manuela Lorenzo.

El cierre del hospital también afectó de grave manera al personal de cocina y lavandería del mismo, ya que estos servicios están en manos de una concesionaria que nada tiene que ver con el Sergas, por lo que muchos empleados se han quedado sin trabajo.

---> VIENE DE la PÁGINA ANTERIOR

---> PASA A la PÁGINA SIGUIENTE