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Fue noticia en 1927

El Rey descubre Vigo

La histórica visita de Alfonso XIII es aprovechada por Mauro Alonso, el alcalde, para pedir más inversiones

En el centro de la imagen y de uniforme, el Rey Alfonso XIII en su visita a Vigo en 1929. // FdV

La visita de Alfonso XIII y Victoria Eugenia a Vigo en el mes de septiembre fue considerada histórica. Su presencia en la ciudad sirvió para descubrir el enorme potencial de una urbe en constante crecimiento. Lo que en principio parecía una estancia de cortesía, se convirtió en una demostración de la fortaleza de la ciudad y también en pedir de forma pública una serie de mejoras. Vigo contaba con 60.000 habitantes y se había convertido en una potencia nacional que necesitaba crecer todavía más.

Los Reyes llegaron en un barco de guerra, el Jaime I, y escoltados por otras ocho embarcaciones. Fondearon en el centro de la ría rodeados por más de 200 barcos de pesca, la totalidad de la flota en aquella época. Entraron en la ciudad por las instalaciones del Náutico de Vigo. A partir de ese momento se desarrollaron una serie de actos. El más importante tuvo como escenario el ayuntamiento.

Mauro Alonso Cuenca, el alcalde en aquella época, pronunció un discurso que se puede considerar reivindicativo. Relató algunos de los aspectos más importantes de la ciudad. Vigo contaba con 60.000 habitantes, cuarenta fábricas de conserva, quince empresas internacionales atracaban con sus barcos en el puerto vigués de forma regular y por los muelles pasaba el 42 por ciento de pasajeros de toda España que utilizaban el medio marítimo para viajar. La mayoría de ellos procedían de América. Esto obligó a elaborar un gran proyecto para la ampliación de las estructuras portuarias que se ejecutaría en los próximos años y que también afectaría a otros puertos de la ría.

Sin embargo, el regidor municipal aprovechó la ocasión para realizar múltiples peticiones. Solicitaba un mayor compromiso con el puerto, una de las principales bases de la economía de la ciudad. Consideraba que las obras anunciadas era insuficientes. Y también que se construyera una ferrocarril que comunicara Ourense con Zamora, ya que para viajar de Vigo a Madrid había que pasar por Monforte. "Vigo es un puerto bloqueado por la ausencia de buenas comunicaciones con el resto de la península", dijo en su alocución.

Entre sus peticiones añadió que se impulsara con fondos públicos la conexión marítima entre Vigo y Nueva York, una solicitud que llevaba muchos años estancada. Era considerada como vital y un referente incluso para toda Europa. Una demanda que contaba con muchos apoyos, incluso de ciudades del interior, ya que veían la posibilidad de atraer el turismo. Además, se hablaba de establecer una comunicación directa con París para el transporte de mercancías. Decían los expertos que se ahorraba tiempo.

Pero el alcalde también se refirió a otras cosas. Pedía la construcción inmediata de un dique seco para la reparación de grandes embarcaciones, la mejora de las escuelas y una mayor atención y dinero para las numerosas asociaciones benéficas que existían. Solicitaba al Rey que intercediera ante los ministros para todas estas cuestiones.

La visita de Alfonso XIII dejó multitud de imágenes. Participó en la inauguración del monumento a José García Barbón, una obra diseñada por Francisco Asorey y que se había realizado con aportaciones de muchos ciudadanos y también de instituciones públicas. Incluso el propio Rey había realizado una donación cuando conoció el proyecto. No fue el encargado de descubrirlo. Lo hizo Paz Oya de Madariaga, su viuda.

El Rey aprovechó la visita para inaugurar las nuevas instalaciones del Círculo Mercantil de Vigo ubicadas en la calle del Príncipe, y que hace poco tiempo fueron compradas por el Celta. Allí se realizó una comida oficial a la que asistieron todas las autoridades gallegas y también del norte de Portugal, invitadas especialmente para este evento. El menú estaba compuesto por catorce especialidades culinarias. Después, realizó una visita al Casino de Vigo, donde recibió una medalla de oro, y se desplazó a Baiona. En la comitiva hacia esa villa participaron 40 vehículos.

Volvió a la ciudad y se detuvo a descansar en Castrelos y más tarde visitó la fábrica de conservas de Alonso e Hijo, una de las más importantes. A última hora de la tarde asistió a una representación en el Teatro García Barbón de la Coral Sinfónica. Al día siguiente regresó a Madrid. Lo hizo en tren, con parada de tres horas de duración en Monforte. Seguramente se acordaría de las palabras del alcalde el día anterior, cuando pedía que se trabajara en la conexión con Zamora desde Ourense para ahorrar tiempo.

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