La Escuela de Artes y Oficios nació oficialmente en el mes de septiembre. Fue un día especialmente simbólico, ya que se ponía en marcha una institución que costó mucho esfuerzo conseguir para la ciudad y que necesitaba de centros de formación en diversas especialidades. Su nacimiento no fue sencillo. Colaboraron muchas personas con importantes cargos en aquella época, que mostraron gran interés en que Vigo no se quedara fuera de una iniciativa que ya existía con gran éxito en otros lugares.

En toda España se quería copiar el modelo inglés de centros de formación. En numerosas ciudades se habían instalado escuelas para que los jóvenes adquirieran conocimientos de diversos oficios. Las poblaciones más importantes ya disponían de esos centros, cada uno con las variantes propias de su ubicación. El desarrollo industrial era uno de los principales motivos por los que se apostaba por este modelo de enseñanza

Vigo, una de las urbes más importantes, no quería quedarse atrás. Fue Eduardo Chao, que había sido ministro de Fomento, el que inició las gestiones. Se esforzó en conseguir una subvención del Gobierno para construir una casa en la calle Circo, enfrente del Tamberlick, lo que en la actualidad es la calle Eduardo Iglesias. El dinero aportado por las instituciones públicas no llegaba para cubrir los gastos. Así que en el proyecto se involucró la sociedad La Cooperativa. Entre todos lograron que se pudiera poner en marcha en el mes de septiembre de 1886.

El edificio constaba de una planta y el espacio destinado a la enseñanza era reducido. En la inauguración participó Eduardo Chao, que ya no era ministro de Fomento y que ostentaba el cargo de presidente honorífico de la nuevo institución, Augusto Bárcena, que era el presidente ejecutivo, y Manuel Diego Santos, máximo regidor de La Cooperativa. También se encontraban presentes los cónsules de Francia y Portugal, el alcalde de la ciudad, sus concejales y todas las autoridades militares de aquella época.

Resultó llamativo que todos los presentes dijeran en sus discursos que la Escuela de Artes y Oficios debía ser independiente y que no debía estar sujeta a las decisiones políticas. El Ayuntamiento de Vigo pagaba 1.875 pesetas al año por el alquiler del local.

Los primeros cursos fueron de álgebra, química, física, geometría, contabilidad industrial y dibujo. También se impartiría la enseñanza primera elemental para aquellos alumnos que lo solicitaran específicamente. Era necesario tener 14 años para poder participar en los cursos. Los alumnos pagarían ocho pesetas al año por cada curso y los que pertenecían a la sociedad La Cooperativa debían abonar cinco pesetas. Los rectores del centro también dejaban la puerta abierta a la posibilidad de subvencionar los estudios a las personas con menos recursos. El objetivo era ofrecer la posibilidad de acoger a alumnos de todas las clases sociales. Durante muchas época se inscribieron alumnos que residían fuera de Vigo.

Se inició la actividad académica y el éxito de participación fue enorme. Las instalaciones se quedaron pequeñas. Fue poco después cuando José García Barbón se interesó por darle un empujón que sería definitivo. Encargó al arquitecto Michael Pacewizc, un francés instalado en Vigo, el diseño de un nuevo centro. En el proyecto también colaboró Genaro de la Fuente. José García Barbón donó el edificio al ayuntamiento vigués.

Fue también en el mes de septiembre de 1900, es decir cuatro años después de su puesta en funcionamiento, cuando la Escuela de Artes y Oficios se trasladó a su actual ubicación. El número de alumnos fue creciendo con el paso del tiempo. Fue ese uno de los motivos por los que hasta 1904 se realizaron numerosas ampliaciones. Una de las partes fue destinada a acoger clases para mujeres.

El centro ha pasado por diversas etapas y fases, aunque siempre mantuvo su filosofía educativa. Allí se ubica también la Universidad Popular y fue lugar para un colegio público. La Escuela de Artes y Oficios sigue manteniendo su vocación y en la actualidad ofrece numerosos cursos. Cerámica, encuadernación, serigrafía, encaje de bolillos, artesanía, orfebrería, escultura en madera y moda y confección entre otros. Al margen de sus más de cien años de historia, el centro es un icono de la ciudad, tanto por su ubicación como por las numerosas historias que acoge entre sus paredes. La biblioteca, con un amplio catálogo de publicaciones, es una de las más importantes de Galicia. El edificio, que conserva su aspecto original, también es objeto de estudio por los expertos.