Carlos es un joven vigués que trabaja en Barcelona desde hace tres años y desde entonces ya ha sufrido varios retrasos en el último vuelo de la semana hacia la Ciudad Condal, aunque ninguno como el de ayer. El domingo tenía que aterrizar en el Prat a las 23.30 como el resto de pasajeros, pero lo hizo a las 4.37 horas, de forma que no llegó a su domicilio hasta las seis y media de la mañana y sin apenas tiempo para descansar antes de incorporarse ayer a su trabajo.

Los pasajeros afectados por el retraso presentaron las correspondientes denuncias y aguardaron con paciencia y serenidad en la terminal, de la que tuvo que ser evacuada una joven por una ambulancia, según sus testimonios.

También había algún bebé entre los usuarios que aguardaban por la llegada del avión de Barcelona, que estaba prevista para las 21.20 horas. La imagen situada al lado de estas líneas muestra la pantalla de Peinador a la una de la madrugada, cuando ya se fijaba su aterrizaje a las 2.10 horas.