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Elvira se despide de las Cíes que siempre soñó

Con la muerte de Monzonís desaparece una mujer clave, junto a su marido, en la explotación turística de la isla

Elvira, junto al pozo situado delante del bar que regentaba ella y su marido en Cíes. // FdeV

Cerró los ojos para siempre a los 93 años de edad la señora Elvira, "una institución en la isla", aseguran desde el Parque Nacional. Una consideración que comparten quienes la conocieron bien, y sobre todo los que recuerdan cómo surgió la aventura empresarial que protagonizó junto a su marido, Emilio Fernández (también fallecido). A este matrimonio se le atribuye un papel clave en la explotación turística del archipiélago. Las instalaciones y servicios actuales nada tienen que ver con lo que había en los años 60 en ese lugar paradisíaco, entonces casi inhóspito, que preside la entrada de la Ría de Vigo, pero se acerca mucho a lo que Monzonís Blasco soñó cuando se puso detrás de la barra a servir bebida y comida a los primeros visitantes.

Todo comenzó casi por casualidad. En el planteamiento inicial de la pareja no figuraba abrir un negocio en la isla. Sí buscaban disfrutarla como cualquier vigués; primero con viajes ocasionales, luego con estancias cortas y más tarde, ya con la compra de una casa, pasando allí todo el verano.

En esa época solo funcionaba un negocio en el archipiélago: la taberna de Chucho, frente a la playa de Nosa Señora. La casa del matrimonio Fernández estaba cerca, aunque orientada hacia el arenal de Rodas. No llevaban mucho tiempo como propietarios de la vivienda cuando la iniciativa de otro pionero, Rodrigo Freire, cambió por completo sus planes, y en definitiva, como se confirmaría años después, también sus vidas.

El embarcadero de Freire

Cuando Freire, "el rey de la Ría", impulsor del transporte de viajeros en aguas de la bahía olívica a través de la emblemática flotilla de su naviera, Vapores de Pasaje, logró dotar a la isla de un embarcadero en Rodas, la afluencia de visitantes a la isla se disparó hasta cotas inimaginables. Y de camino al faro o a la playa, la mayoría de los turistas paraban en la casita del matrimonio a pedir consumiciones. Tal era el trasiego de personas y el volumen de peticiones que Elvira y Emilio vieron en ese momento la oportunidad de abrir un negocio.

Así surgió el bar que montaron en la edificación llamada Eido do Lago. Nunca les faltaron clientes, más bien al contrario. Dentro o en la terraza, el bar siempre estaba lleno. Tampoco es que hubiera en esos años muchas más alternativas en la isla para beber un refresco o comer, y menos, con un emplazamiento tan estratégicamente bien posicionado, con vistas a la "mejor playa del mundo", Rodas, y el Lago dos Nenos de antesala.

La ubicación determinó en parte el éxito del establecimiento. Consciente de ello, Emilio intuyó que aún había margen de negocio. Con esa visión adquirió poco a poco terrenos para ampliar la extensión de lo que ya funcionaba como un restaurante. Casi seis años después disponía del suficiente para ofrecer el servicio que faltaba en la isla. Uno donde cualquiera, sin distinción de edad ni nivel económico, pudiera amanecer en el archipiélago. La Xunta de Galicia autorizó en 1975 la apertura del todavía único camping que funciona en una isla del Parque Nacional. Hoy el complejo ocupa una superficie de 11.000 m2 y tiene capacidad para alojar a 800 personas.

Tal vez en reconocimiento a este histórico legado muchas personas acudieron ayer al entierro de Elvira en Pereiró. El establecimiento que fundó con su marido con tanto esfuerzo como éxito, ahora regentado por sus hijos, cesó su actividad durante todo el día. Fue una jornada triste para la familia, y de pésame en Cíes.

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