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El primer alumno con síndrome de Asperger del campus se gradúa en Traducción

Miguel Alonso, que sufre un trastorno del espectro autista, obtiene el título en la facultad viguesa gracias a un grupo de apoyo de profesores y alumnos coordinado por Manuel Ojea

El alumno, Miguel Alonso. // Duvi

Miguel Alonso quiere ser traductor de tiras cómicas. El primer paso para lograrlo era sacarse el título de graduado en Traducción e Interpretación. Pero además de las trabas habituales, Alonso cuenta con una dificultad extra, tiene un trastorno del espectro autista. Sufre Asperger, una diferencia biológica que le dificulta la comunicación social y el aprendizaje. Sin embargo, esto no le ha frenado, Alonso se graduó en julio por la Universidad de Vigo. Parte de su éxito se lo debe al profesor Manuel Ojea y al equipo de docentes y alumnos que le ha dado el apoyo que necesitaba durante la carrera.

El caso de Alonso llegó a manos de Ojea, profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación del campus de Ourense, hace dos años. Su experiencia en este tipo de casos le convertía en el candidato idóneo para coordinar un grupo de apoyo para Alonso. "No fue fácil, pero el vicerrector de Extensión Universitaria, Manuel Fernández, puso a mi disposición todo lo necesario", agradece Ojea.

Las personas con Asperger no tienen problemas para recordar datos, las dificultades se presentan cuando se trata de ejercicios que requieren abstracción, como relacionar informaciones o hacer síntesis. Desde Ourense y con visitas periódicas a Vigo, donde está la facultad, el profesor hizo el seguimiento de los especialistas y de Alonso. "El caso de Miguel era especial", confiesa. "No solo tenía un problema a nivel académico, sino también de adaptación social que le generaba ansiedad". Así que el equipo, formado también por alumnos voluntarios, tuvo que trabajar por un lado, en enseñarle las claves de aprendizaje y, por otro, las pautas de comportamiento. "Es como cuando intentas recordar un número de teléfono, lo tienes en la memoria un teimpo, pero al día siguiente no te acuerdas. En cambio, si lo relacionas con una fecha de cumpleaños, o algo importante para tí, es más fácil retenerlo", explica Ojea. Las personas sin Asperger hacen estas operaciones de manera automática, pero a Alonso hay que enseñársela.

El "rol-play"

Para lograrlo desarrollaron un rol-play, una serie de ejercicios que crean huellas permanentes en la memoria de Alonso y que le permiten retener lo aprendido para continuar avanzando. "Son como nexos de unión entre lo viejo y lo nuevo que le facilitan recordar". Ojea resalta que en ningún caso se han menguado las exigencias de la carrera: "Miguel ha superado todos los contenidos como cualquier alumno, solo se ha sido flexible con lo que recoge la ley, puntos como la fecha de los exámenes".

Su caso no es el único, hace tres años el campus de Ourense ya vio graduarse a otro alumno con Asperger. Lo hizo en la Facultad de Historia. Otros dos alumnos con el mismo trastorno estudian en el campus. La universidad cuenta con el Programa de Integración de Universitarios con Necesidades Especiales (PIUNE) y con una comisión técnica encargada de apoyar a estudiantes con algún tipo de necesidad educativa específica.

"Ya no se considera un síndrome diferenciado, hoy en día es un trastorno del espectro autista, también llamados TEA", explica Manuel Ojea. Dentro de la clasificación, las personas que sufren Asperger están en el nivel más bajo de la tabla. Tienen competencias intelectuales iguales a las del resto de personas y pueden comunicarse verbalmente, aunque con ciertas limitaciones.

Una característica es que "pueden parecer pedantes", dice el profesor: "Suelen tener una comunicación interactiva adecuada entre las personas, pero su comportamiento es de una rigidez mental que choca con la vida flexible del resto de personas." Esto se debe a que no procesan la información de la misma manera, se guían por esquemas fijos en los que no cabe la improvisación. "Podemos encontrarnos conductas repetitivas u obsesivas", describe.

Para que aprendan pautas de comportamiento social y que los imprevistos les generen el mínimo estrés posible, viven pegados a una agenda en la que deben apuntar todas las acciones previstas para el día: saludar a los compañeros, dejar la mochila... Que realicen directrices nuevas es posible, pero no generalizan lo aprendido. "Eso sí", apunta el profesor, "cuanto más aprenden más fácil es que sepan aplicarlo a otras situaciones".

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