Aunque ambas nacierone n Rumanía, Andrea y Diana se sienten parte de esta ciudad,e n la que viven desde hace 10 años. Acuden anualmente a la procesión para pedir salud al Santo, por lo que ambas portan velas y una reproducción corporal en cera. "Aunque somos ortodoxas, el Dios al que rogamos es el mismo", afirman estas creyentes.