Abel Caballero y Rafael Louzán coincidieron en el estreno del campo de Coia a 48 horas de la celebración del pleno de la Diputación en el que con toda probabilidad se producirá un cambio de gobierno y el popular será sustituido por la socialista y viguesa Carmela Silva, que ayer no acudió a la visita. El todavía presidente de la entidad parece empezar a tirar la toalla sobre su posible continuidad y ya habla de capitanear durante algunas "semanas" al PP en la oposición para facilitar una transición tranquila, mientras que el regidor vigués habla ya en clave de futuro y prevé en la institución "un cambio de rumbo de 180º".

Ambos comparecieron por separado para hablar de asuntos políticos al margen del acto deportivo de la jornada. Primero lo hizo Louzán que, "con independencia de lo que suceda el viernes", ofreció "máxima colaboración" a la ciudad de Vigo en el que podría ser su última visita oficial como presidente de la Diputación. Se despidió defendiendo las inversiones realizadas por el organismo en el municipio y la "importante inversión" comprometida para renovar Balaídos.

Aún sin mencionarlos, sus principales críticas fueron para el grupo provincial del BNG, al que tildó de "incoherente". "Aquellos que se pelean por vaciar las diputaciones de contenido se pelean ahora por ejercer su poder. No sé qué nos va a deparar esta situación, pero son ellos los que tendrán que dar explicaciones ante la opinión pública mientras no se modifique la ley", le espetó el presidente provincial del PP a los nacionalistas con los que pretendía pactar tras el 24 de mayo.

Su actitud fue interpretada por Caballero como de "mal perdedor". "Se va mal, quejándose, culpando a los electores que no votaron al PP. Se va de esta forma que no conviene irse", recalcó el alcalde a pie de campo antes de pedirle a Louzán que "asuma" los resultados". "Será que lo hizo mal, él que saque sus conclusiones", le invitó. Caballero confía en que mañana "cambie" la Diputación.