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La puesta en marcha del nuevo hospital de Vigo

Un carrusel de ambulancias

Dos convoyes de diez vehículos se rotaron para trasladar al nuevo Hospital Central de Asturias 228 ingresados en cuatro días

Uno de los puntos de salida de las ambulancias con pacientes desde el viejo HUCA.

El elemento más delicado de los que hay que trasladar en un cambio de hospital es el paciente ingresado. Por ello, además de intentar reducir su número al máximo durante las semanas previas, el dispositivo de ambulancias que los debe desplazar se planifica con esmero. En la mudanza que hace un año realizó el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), con un volumen similar de camas al Chuvi, tuvieron que acarrear 228 ingresados -críticos incluidos- del viejo al nuevo edificio. Lo realizaron en solo cuatro días y todos coinciden en destacar que la delicada operación se resolvió de forma "impecable".

¿Cómo lo hicieron? Con un sistema de "noria". La flota, de la empresa Transinsa, se dividió en dos convoyes de unas diez ambulancias y, cuando el equipo A había descargado a sus pacientes en el nuevo edificio e iniciaba el regreso, salía del viejo edificio el equipo B. Además de las convencionales, se emplearon ambulancias colectivas, con hasta siete plazas, para desplazar tanto a los enfermos que podían ir sentados -psiquiátricos, pendientes de cirugía, a punto de recibir el alta...- como a los familiares que quisieran ir en la misma caravana. En las UVIs móviles viajaron los críticos acompañados por dos técnicos de transporte sanitario, un médico y un ATS.

En el Chuvi, los traslados de hospitalización se producirán de forma escalonada desde el 24 de agosto -empezando por Psiquiatría- hasta el 4 de septiembre -que culminará con la UCI del Meixoeiro-. Se hará por servicios, después de que en la visita matinal el médico certifique que el ingresado está en condiciones de ser trasladado.

En Oviedo se desalojó el viejo edificio por plantas. "Hubo mucha colaboración y fueron los propios técnicos de las ambulancias los que subieron a las habitaciones a buscar al paciente para evitar los cambios de camilla", cuenta el consejero delegado de Transinsa, Carlos Paniceres, que también participó en el operativo, junto a otros casi 50 operarios cada día. En una aplicación informática registraban al enfermo que se llevaban y su habitación y se dirigían al más cercano de los tres puertas designadas para la salida de los vehículos, que se juntaban luego en un punto de encuentro para salir escoltadas por la Policía local y la Guardia Civil. Las UVIs móviles se demarcaron del grupo para ir a un ritmo más lento.

Se diseñó un itinerario con las mínimas curvas, cruces y semáforos posibles, que recorrían en "unos 17 minutos". La misión de las autoridades era abrirles paso y evitar que tuvieran que frenar, por ejemplo, deteniendo el tráfico en rotondas. Todos estaban intercomunicados por radio

En la puerta del nuevo hospital les esperaban los profesionales sanitarios, ya informados de los pacientes que llegaba. "La recepción estaba perfectamente programada", aplaude Paniceres. Todo fue tan bien, que tenían previsto que las cuatro jornadas se prolongaran de 9.30 a 20 horas y, al final, la que acabó más tarde fue a las 16 horas. "Todos nos implicamos al 100%, incluso los del consejo de administración trabajamos en los operativos, y hubo muy buena coordinación con el servicio de salud", se enorgullece Paniceres y resalta que, lo fundamental es que el hospital permitió a la empresa implicarse en la preparación de la parte logística. "Cada uno sabe de lo que sabe", apostilla. "Fue lo que mejor funcionó del traslado", reconoce el gerente del HUCA, Manuel Matallanas, y agrega: "Era una aventura en la que todo el mundo estaba entusiasmado".

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