Desde sus seis años, Carlota Pazó Brea recuerda la operación excepcional en la que le estirparon un tumor de una forma más sencilla: "Me abrieron la barriguita y me sacaron una cosa mala". Su madre, Mercedes, destaca que "la niña es otra" desde la operación.

Su hija es "tranquila", pero empezó a verla especialmente "apagada" en verano. Lo atribuyó al calor. Con los meses, "fue dejando de comer" y, en noviembre y diciembre, "a veces iba al colegio después de tomar solo un yogur". "Decía que le dolía la barriga, no sabíamos si era cuento o no", recuerda la madre y explica que, para mayor confusión sobre los cambios de ánimo de la niña, se había cambiado de colegio.

Fueron unas cuantas veces a su pediatra, preocupados por que la niña no comía. Mercedes le daba vitaminas, pero "un constipado y la acabó de hundir". Le hicieron unos análisis y "saltaron las alarmas". "Los hicimos por la mañana y ya por la tarde nos llamaron para que fuéramos por urgencias", relata Mercedes. Creían que podía ser una afección hepática. Le hicieron una ecografía y vieron el abultamiento en el duodeno. La dejaron ingresada. "Todo fue muy rápido. Era principios de año y ya la operaron a finales de marzo".

Su recuperación fue inmediata: "A día siguiente ya tenía otra cara, se le veía con mucha vida", describe Mercedes. De hecho, "no paraba quieta en la UCI; cantaba, bailaba...". Están encantados con la atención en el hospital y muy agradecidos a ellos. El padre, Javier, califica de "excepcional" al equipo médico que " salvó la vida" a su hija.

A Carlota lo único que, al principio, le preocupó es no poder ponerse biquini este verano. Su madre le compró un bañador para proteger la cicatriz del sol y la niña está feliz.