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Análisis de una contienda histórica

Cinco razones para entender un triunfo sin parangón...

En el PSOE reinaba la convicción, casi la certeza, de que el 24-M obtendrían un gran resultado

Abel Caballero recibe las felicitaciones de un grupo de simpatizantes en la noche electoral. // R. Grobas

"Tenemos muy buenas sensaciones; en la calle la cosa va excepcional, pero hay que esperar". En el PSOE reinaba la convicción, casi la certeza, de que el 24/M obtendrían un gran resultado, con la mayoría absoluta en la mano, pero lo ocurrido el domingo fue un bombazo. Ni los más optimistas habían soñado con un escenario tan avasallador: 73.000 votos y 17 ediles. Histórico. El éxito tiene muchos padres, pero en el caso de Vigo la personalidad desbordante de Abel Caballero lo explica casi en su totalidad. El regidor más votado de España ha cimentado su triunfo en cinco pilares.

1. Defensa de Vigo. Caballero se metió en todos los charcos imaginables para enarbolar la bandera de la ciudad frente a posibles injusticias o maltratos infligidos por otras administraciones, en especial la Xunta. Caixanova, aeropuertos, partido judicial, área metropolitana... la voz del alcalde se escuchaba un día sí y otro también para exigir igualdad. Su defensa fue más allá de una posición retórica y convocó y encabezó manifestaciones ciudadanas (como la contraria a la fusión de las cajas o la de los aeropuertos) que cosecharon un notable éxito y le reforzaron en su creencia de que el camino era ése. Sus detractores, tanto del PP como del BNG, le han tildado de "localista", un calificativo que lejos de irritarlo ha sabido utilizar en su propio provecho. "Prefiero pasarme en la defensa de Vigo que quedarme corto", se le ha escuchado decir en repetidas ocasiones. "Las batallas hay que darlas pero más importante es ganarlas", es otro de sus principios rectores. En esa pelea, Caballero se fajó en un cuerpo a cuerpo contra Feijóo. Y ha resultado vencedor por ko.

2. Humanizaciones. La reforma de las calles ha resultado un arma electoral de incalculable valor. Los vecinos han premiado con su voto la mejora estética y de servicios en sus barrios. El PP intentó degradar estas actuaciones a la categoría de "política de losetas y macetas". Pincharon en hueso. Los vigueses deseaban un entorno más agradable y Caballero ha satisfecho esa demanda con creces. El lema de "Vigo, ciudad hermosa" frente al tópico de urbe industrial y gris ha calado entre los vecinos y sorprendido a muchos turistas. Hoy es paseable, disfrutable. Un lugar para trabajar pero también para divertirse. Y todo sin más deuda ni más impuestos. Otro de sus enganches electorales.

3. Entrega absoluta. Caballero ha dedicado los últimos ocho años a su papel de alcalde. "Yo no tengo vacaciones, pero es que disfruto con este trabajo", suele decir. Quizá por cierta desconfianza o quizá por un sentido extremo de la responsabilidad, al alcalde le gusta controlarlo todo y si puede ser, en primera persona. Eso le lleva a someterse a agendas de trabajo extenuantes, más allá de fines de semana o festivos. "Siempre está al pie del cañón, eso es verdad; es un animal", admite un concejal del PP.

4. Cercanía. El alcalde está en la calle. Es habitual encontrártelo en una terraza, paseando por Príncipe, bailando en una fiesta de mayores, caminando por Samil o metido entre jóvenes aficionados a la entrada de Balaídos. Es visible, accesible. Se expone. Ha pulido sus aristas menos favorecedoras (aquel tono de voz de catedrático autoritario) y sonríe. No ha sucumbido a la tentación de atrincherarse en un despacho, moverse siempre en coche oficial o ir protegido por escoltas. Los vecinos se le acercan y le preguntan. O le piden. O le reprochan o le felicitan. Y él los atiende. "He cambiado. Aprendí muchísimo de la gente. Ahora sé que todos tienen su parte de razón y debes meditarlo e intentar atender lo que te piden", reconoce.

5. Independencia. Su aviso a Pedro Sánchez el día del cierre de campaña es ilustrativo del pensamiento de Caballero: "Primero Vigo, segundo Vigo, tercero Vigo y luego el partido". El regidor ha interiorizado su rol de líder transversal, que puede y debe lograr el voto de los socialistas, pero también de otros partidos. Hay intereses y necesidades que unen a todos los ciudadanos, más allá de su color ideológico, y ese filón estaba hasta ahora por explotar. Por eso no le importa dejar en un segundo plano la marca PSOE y jugárselo todo a otra que tiene muchísima más pegada y no está expuesta ni a injerencias ni a vaivenes ni a modas políticas: VIGO.

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