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Milagrosa recuperación

El equipo médico que salvó la vida de Mónica, acuchillada en el cuello por su expareja, reconstruye su milagrosa operación

El equipo que atendió a la mujer acuchillada por su expareja en el cuello reconstruye la intervención

Desde la izquierda: el jefe de Radiodiagnóstico, Francisco Tardáguila; el anestesista Benigno Rodríguez; la otorrinolaringóloga María Luz Santamaría; el director asistencial de Povisa, Luís Geremías; el jefe de Urgencias, Ángel Martín; el traumatólogo Francisco Javier Fraga; y el cirujano vascular Manuel Enrique Álvarez. // Marta G. Brea

Su evolución está siendo "perfecta". Mónica, ya en planta, respira por sí misma, habla y ha empezado a tragar saliva. Aunque aún lo haga con dificultad, es una buena señal que lleva a pensar que también recobrará la deglución completamente. La asombrosa recuperación de esta mujer de 36 años, tras la brutal cuchillada que le infligió su expareja en el cuello, es producto de la combinación de altas dosis de suerte, la templanza con la que reaccionó y la rápida y coordinada atención que recibió por sus compañeros del Hospital Povisa.

La asistencia recibida en las cinco primeras horas fue clave. En ella participaron ocho servicios médicos que, superado el impacto inicial que provoca la complejidad de la herida y la identidad de la víctima, se entregaron con profesionalidad, agilidad y trabajo en equipo.

Cuando el domingo 12, sobre las 7.30 horas, Mónica entra caminando por la puerta de Urgencias de Povisa, no solo está consciente, también respira por sí misma y habla. El servicio está tranquilo y despejado. Le atienden dos médicas y dos enfermeras que le conducen a Reanimación. En una exploración superficial le detectan heridas en las manos, en la lengua y en el tórax pero la ventilación y las cifras tensionales eran buenas, por lo que intuyen que no hay daño grave. La herida principal era la del cuello. La hoja del cuchillo de cocina, de algo más de 20 centímetros y puntiaguda, entró por el lado derecho hasta asomar por el izquierdo y se quedó atravesada, sin mango y con el filo hacia arriba. No pueden pararse a pensar cómo comprobar qué está lesionado o qué se puede lesionar con el movimiento. Hay que actuar por si ya hay algo importante afectado. Le aseguran las vías, le toman muestras para analíticas de sangre y le transfunden entre 700 y 800 mililitros de sangre. "La labor fundamental en aquel momento era la coordinación", explica Ángel Martín Joven, jefe del servicio. De forma inmediata, se avisa de la gravedad del episodio a los especialistas.

"En muy poco tiempo, el hospital es capaz de poner en el quirófano a media docena de especialistas, todos juntos, con el estrés máximo y dando lo mejor de nosotros mismos porque un caso como este despierta toda la solidaridad", destaca Francisco Tardáguila, jefe de Radiodiagnóstico. Los primeros en aparecer, en solo tres minutos, fueron UCI y Anestesia. Le siguió Cirugía General y, a los diez minutos, los que estaban de guardia localizada en sus casas: Otorrinolaringología y Cirugía Vascular.

Inmediatamente se trasladó al quirófano. Para ver lo que estaba afectado, el primer paso era dormirla. Esto no fue una tarea sencilla. Por dos cuestiones. La primera, porque sospechaban que el cuchillo interrumpía precisamente la vía por la que hay que meter el tubo de ventilación, la aérea. La segunda, porque la técnica habitual para intubar es estirar el cuello inclinando hacia atrás la cabeza -hiperextensión-. Algo que no podían utilizar con ella porque temían que, con cualquier mínimo movimiento, el cuchillo dañara una de las muchas estructuras vitales que se concentran en el cuello. De ello se encargaron dos intensivistas y un anestesista, Benigno Rodríguez. Lo resolvieron con un fibrobroncoscopio -un tubo con luz y cámara- que introdujeron por la nariz para ver cuál era la situación. Tras comprobar que la traquea estaba despejada, introdujeron un fino tubo y la durmieron. Hasta entonces, Mónica aguantó ligeramente sedada y sin moverse ni un ápice, consciente del riesgo de hacerlo. Todos le reconocen su "sangre fría".

Dormida y paralizados sus músculos, el siguiente paso es comprobar qué está afectado. Comienza una operación de unas tres horas y media para abrir y, posteriormente, reconstruir el cuello. "Que un cirujano se vea ante esta tesitura es muy raro, esto no lo aprendes en un libro de anatomía", explica la otorrinolaringóloga Mari Luz Santamaría, que en esta estresante situación, optó por adaptar una cirugía a la que sí está acostumbrada y que es "lo más semejante": la extirpación de un tumor.

La doctora realizó una incisión en forma de "V" de lado a lado del cuello y, con mucho cuidado y diligencia, fue profundizando por planos, liberando tejidos. Al mismo tiempo, controlaba el sangrado ligando los vasos sanguíneos rotos. El primer objetivo era comprobar el estado de "lo más vital", el paquete vascular, formado por las arterias carótidas y las venas yugulares. De ello se encargó el cirujano vascular Manuel Enrique Álvarez Vilches. Cuando estaban alcanzando las del lado derecho, comprobaron que la hoja del cuchillo estaba partida a pocos centímetros del lado de la empuñadura. Al llegar hasta la herida de entrada, se desprendió sola y la retiraron. Después, comprobaron que la yugular derecha estaba intacta y la carótida, solo superficialmente dañada, algo que el doctor reparó con dos puntos de sutura para evitar males futuros.

Continuaron hacia el lado izquierdo. El resto de la hoja también se empezó a aflojar y el cirujano general presente, el doctor Estévez, la retiró con cuidado. La yugular y la carótida izquierdas también estaban íntegras. Lo más vital ya estaba comprobado.

La otorrinolaringóloga continuó abriendo para encontrar lo que sí estaba dañado. No lo encontró hasta la faringe, un tubo muscular y de mucosas, que comunica con el esófago para enviar los alimentos al estómago. Una corte lineal -"como la de un bisturí"-, la seccionó de lado a lado en su parte posterior, donde los músculos separan este conducto de la columna vertebral. Se sutura y se inicia la reconstrucción de todo lo seccionado. No solo lo que cortó el cuchillo, como puede ser la parte superior del músculo esternocleidomastoideo derecho -sus fibras más anteriores-, sino todo lo abierto para llegar hasta la lesión de la faringe.

Solucionado el cuello, se abordaron las otras heridas, que antes ya se habían constatado mucho más leves. El traumatólogo Francisco Javier Fraga comprobó que las heridas de lucha que tenía en los cuatro dedos largos de ambas manos eran superficiales. La hoja solo tocó ligeramente un tendón, pero sin llegar a cortarlo. Limpiaron y suturaron.

También tenía una herida de 8 centímetros en el tórax. Los médicos interpretan que el agresor fue primero hacia el corazón, chocó con la octava o novena costilla de la izquierda, lo que desvió hacia arriba el arma, que se clavó en la mama. Se suturó sin mayor problema, al igual que otra herida en la lengua, producto de morderse.

La operación duró tres horas y reunió a un equipo de diez personas en el quirófano, algo muy poco habitual. Al terminar, el jefe de Radiodiagnóstico, Francisco Tardáguila, sometió a la paciente a un TAC que descartó daños en otras zonas o lesiones asociadas.

Ingresada en la UCI, la despertaron al quinto día. Optan por, antes, hacerle una traqueotomía -un tubo directo a la tráquea para asegurar una vía de entrada de aire, si la inflamación de la zona operada -por la manipulación y el sangrado- le impedía respirar. El pasado martes, tres semanas después de la operación, subió a planta.

Los médicos subrayan que, aunque ha tenido mucha suerte, la faringe es un órgano muy importante. "Como es con el que tragas, si no funciona bien, tampoco vas a respirar o hablar bien", explican. Mónica ya habla, respira por sí misma y ha empezado a tragar saliva, algo que es una buena señal y que lleva a los profesionales a vaticinar que, "probablemente, sea capaz de recuperar la deglución completamente". Están esperando a que cicatrice un poco más para empezar con la alimentación oral. Le calculan varias semanas de recuperación, porque rehabilitar la deglución lleva tiempo. "De momento, todo es perfecto", concluyen.

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La salvación, cuestión de milímetros

  • En el cuello se concentran un buen número de estructuras vitales. Lo principal es el paquete vascular, con las arterias carótidas y las venas yugulares, que llevan y sacan la sangre del cerebro, además de la vía respiratoria. Si hubiera seccionado alguna de ellas, Mónica no habría llegado a urgencias. La hoja que atravesó su cuello de derecha a izquierda tomó una milagrosa trayectoria en la que cortó las fibras anteriores del músculo esternocleidomastoideo derecho, rozó ligeramente la carótida derecha y seccionó la faringe en la zona posterior, hasta salir por el lado izquierdo sin tocar nada más de relevancia. Fue cuestión de milímetros que evitara una de las arterias principales del cuerpo.A continuación de la boca está la faringe -dañada en la parte posterior- y, un poco más adelantada y abajo, la laringe. Es la que comunica con la traquea y los bronquios. Es más importante que la faringe, ya que una lesión en ella afectaría a la respiración y al habla. La trayectoria también esquivó todos los nervios importantes que dan movilidad a la laringe. El riesgo principal de la faringe está en la capacidad de tragar.

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