Las nuevas tecnologías han evidenciado una nueva forma de maltrato. El acoso a través de WhatsApp o de redes sociales como Facebook es una realidad que ya se ve en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vigo. "Estos casos se dan con frecuencia", confirma Alberto Valle Pavón, que desde hace un año y medio es el fiscal especializado en violencia de género en la ciudad olívica. Y este profesional alerta de que, cuando hay vigente una orden judicial que prohíbe al imputado comunicarse con la víctima, "un simple mensaje de WhatsApp, aunque no sea ofensivo, o una llamada telefónica, ya supone un quebrantamiento" de la medida impuesta.

Los textos con los que en muchos casos se trata de intimidar a las víctimas a través de servicios de mensajería o en las redes sociales suelen ser una prueba clara a efectos de condena. "Son una prueba contundente de maltrato psicológico o de quebrantamiento de la orden de protección ya que esos mensajes quedan registrados", afirma el fiscal, que añade que en ocasiones el envío de estos mensajes viene combinado con el quebrantamiento del alejamiento: "Es importante que las víctimas denuncien los quebrantamientos y hagan valer su orden de protección para que la situación no vaya a más; cuando se constata una situación de riesgo, la orden se puede modificar y agravar: aumentar la distancia de alejamiento, plantear la pulsera telemática o, para los casos más graves, la prisión provisional".

Este fiscal insiste en que las víctimas deben denunciar. "No se van a sentir solas", garantiza. Una de las problemáticas en estos delitos es la renuncia muchas veces de las mujeres a seguir con el procedimiento. La "dependencia económica o emocional" hacia el agresor y el "miedo a posibles represalias" explican muchos de estos casos.