Aún no ha cumplido los 26 años y ya comparece ante la crítica con su tercer poemario, "Origen", el primer volumen de lo que aspira a ser una serie sobre la evolución del universo y el mundo que hoy conocemos. Si su anterior obra estaba prologada por Caballero Bonald, la joven cuenta ahora con el apoyo del filósofo y escritor Ignacio Gómez de Liaño, quien la acompañará en la presentación que tendrá lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Su agenda también incluye Lugo y Zaragoza tras su estreno de mañana en la Escuela de Artes y Oficios (20 horas), donde ofrecerá un recital junto al poeta Miguel Ángel Curiel. Este nuevo libro está editado e ilustrado por su padre, el pintor Nelson Villalobos, y constituye, en sus palabras, "una cosmogonía o poemario bíblico-científico".
-¿No son contradictorias ciencia y religión?
-Quería jugar con eso y he leído el Génesis para darle un tono bíblico al poemario. La historia de cómo Dios creó el mundo es fascinante y también tiene su base científica. La ciencia y la religión intentan responder a una inquietud y la gente debe creer en lo que quiera. Yo quería unir la creación del mundo con la poesía, pero con la voz de la ciencia. Un punto de vista que no se ha tratado.
-En su obra habla de bacterias y neutrinos, ¿ha tenido que investigar?
-Mucho. He estado tres años investigando. Tengo libretas llenas de apuntes y me leído varios libros de Stephen Hawking, además de ver muchos documentales sobre él. Siempre me ha parecido que la ciencia es poesía. Tiene belleza por sí sola. Y quería hacer una mezcla. Continuaré llevando mi voz hacia esos ríos científicos. Este libro acaba en el nacimiento de las bacterias, pero todavía falta el salto de la vida a la tierra, los dinosaurios, los meteoritos... e introduciré la psicología, que ahora estoy estudiando, y la evolución del cerebro.
-¿Es la 'poesía científica' una nueva temática propia del siglo XXI?
-La poesía siempre ha estado vinculada con el mundo. Es el mundo. Soy muy curiosa y siempre he tenido la necesidad de buscar, de conocer. Quiero hacer mi poesía, la que me sale, no abrir un camino.
-La curiosidad es un rasgo que comparte con los científicos.
-Siempre, desde pequeñita, me preguntaba por qué y la gente me acababa diciendo que los dejase en paz (risas). Me fascinan los documentales que explican de forma científica cosas del mundo que no sabemos pero que ya estaban ahí y que son antiquísimas. Por eso nunca te aburres del mundo, solo hay que ir buscando.
-Ciencia o arte, ¿qué disciplina aporta la respuesta más certera sobre nuestro origen?
-El ser humano siempre tiende a preguntarse, por curiosidad o por miedo, por qué surgió el mundo y hacia dónde vamos. La ciencia quiere objetividad, el arte se permite el lujo de no serlo, pero ambas se complementan.
-Pero en el mundo tecnológico de hoy las humanidades parecen relegadas.
-Siempre defenderé la ciencia, el saber y el conocer. A mí me gustaría ser inmortal, no sería un castigo. Me asusta mucho la muerte y, si me voy, me quedaría sin saber qué va a pasar dentro de 100 o 200 años, cómo evolucionarán las cosas. A veces pienso que con tanta tecnología la humanidad va a peor, pero la ciencia va más allá.
-Sus dos últimos poemarios tienen prologuistas de excepción.
-Tengo mucha suerte. Es un orgullo tener el apoyo de Caballero Bonald y Gómez de Liaño. Si te hacen un prólogo es porque creen en ti, te han leído y les gustas.
-Acaba de volver a Vigo tras una temporada en Madrid, ¿cómo ha sido la experiencia vital y artística?
-Me ha enriquecido como persona y como artista. He participado en debates poéticos con gente que sabe muchísimo y conocido a poetas como Justo Jorge Padrón. Es una alegría personal sentir que encajas, sobre todo en un mundo reducido como el de la poesía.
-¿Son malos tiempos en cuanto a lectores?
-La poesía siempre ha tenido y tiene seguidores. Se respeta y se le da un valor, lo que pasa es que mucha gente dice que se trata de un género que no entiende. Es una barrera que se ponen pero la poesía no hay que entenderla.
-¿Ha añadido nuevas influencias?
-Siempre. Pero también pasa lo mismo que con la ciencia, siempre encuentras algo nuevo dentro del mismo poema.
