La Fundación Juan Soñador, una iniciativa social de la familia salesiana, no dudó en apadrinar Teranga en 2005, ubicando su centro de atención en Ronda de Don Bosco 43. La decisión no pudo haber sido más acertada, ya que desde su inicio, miles de inmigrantes han pasado por el local para solicitar ayuda en relación a su situación legal o social y para tratar de facilitar su inserción en el mercado laboral. Noelia Soto, trabajadora social, ejerce como coordinadora desde su fundación y como voz autorizada para ratificar el acierto que supuso la implantación del programa en Vigo, que cuenta también con el apoyo de Concello, Afundación, que cedió el local, fondos europeos y Xunta.

"Costó ponerlo en marcha, encontrar el local. Además, empecé yo sola como persona contratada acompañada de voluntarios. Empezamos a un ritmo bajo pero con los años la cosa ya se fue intensificando, crecimos en personal y ahora somos ya seis trabajadores", destaca Soto. El perfil del equipo de Teranga responde claramente al objetivo con el que nació el centro: una trabajadora social (Noelia Soto), dos educadoras (Vanessa Román y Antía Cuadrado), una orientadora laboral (Inmaculada García), una abogada (María Teresa Fernández) y un administrativo (Francisco Vallverdú), que cuentan además con la ayuda de varios voluntarios.

Diez años de actuaciones dan para mucho y Noelia Soto lo corrobora con cifras. El programa cuenta con más de 3.000 expedientes abiertos y solo en 2014 se atendió a cerca de 800 personas de 59 nacionalidades diferentes -la mayoritaria es Senegal, seguida de Perú, Marruecos, Rumanía o Brasil-- números que desbordan. "Lo primero que hacemos es una ficha personal y tarda un poco, estamos con una lista de espera de algo más de un mes porque todos deben pasar por una cita con la trabajadora social", explica Soto.

La intención de todo este proceso es optimizar al máximo la atención que se proporciona a los usuarios, "hacer proyectos individualizados para ver las necesidades con las que acuden" para guiarles por el camino adecuado, pero también fomentar actividades grupales, de integración para que se sientan cómodos. "Nos gusta que vean esto como un lugar de encuentro y referencia en el que poder estar, tener confianza y preguntar lo que necesitan", expone la coordinadora del centro.

Entre las actividades más demandadas en Teranga, destacan especialmente las clases de español que se imparten en el local, que empezaron con muy pocas personas hace una década y que en la actualidad han obligado a formar ya siete grupos de una media de quince personas cada uno, lo que demuestra la evolución del programa. Soto destaca la implicación de los usuarios en todas las actividades. "Entre que ellos quieren aprender, aunque ni siquiera hablen nada de español, y nosotros queremos que aprendan no hay ningún problema. Tienen mucha voluntad, se quejan por no tener más clases o si se agota el tiempo del día, hay gente que aprovecha su hora libre en el trabajo para venir", indica.

Conocer el idioma es un paso fundamental para solucionar otros trámites burocráticos para los que los usuarios suelen pedir también colaboración al equipo de Teranga. "Su dificultad específica es el tema de extranjería. Al final, el no tener un empleo, pocos recursos o una vivienda es una dificultad para muchos vigueses. Los permisos de residencia son su mayor caballo de batalla", expone Soto, que pone un ejemplo de la delicada situación que viven muchos inmigrantes que pasan por el centro.

"Hace un par de semanas, un chico con el que llevábamos varios años y pasó por diferentes situaciones, había presentado la solicitud para tener el permiso de residencia. Vino para consultar en internet, la página no terminaba de cargar y finalmente la resolución era favorable, nos pusimos a saltar de alegría todos", cuenta como anécdota.

Además de la formación en español, Teranga se implica también en el aprendizaje de técnicas de búsqueda de empleo y de informática, que se complementan con una línea de formación laboral. "Este año hemos dado un curso de empleo en el hogar, tenemos diez personas haciendo prácticas ahora", relata la responsable del programa, que explica que la "gran mayoría de ofertas" que se canalizan desde el centro son de empleo doméstico y en el Puerto, realizando labores de carga y descarga de mercancía o para embarcarse.

El paso por el local de Ronda de Don Bosco supone también la oportunidad para los usuarios de echar un rápido vistazo al tablón que encuentran nada más entrar donde su publican ofertas de vivienda o también para establecer contacto con sus familias en sus países de origen en la sala de informática. Un espacio para poder sentirse como en casa pese a estar a muchos kilómetros de ella, una iniciativa que se ha ido consolidando en Vigo y que celebra su décimo aniversario con la vista puesta en seguir desarrollando su obra durante mucho tiempo más, una labor impagable que hace la vida más fácil a aquellos que han tenido que dejar atrás sus orígenes en busca de una vida mejor. Teranga es también su hogar, un espacio sin fronteras.